lunes, 11 de junio de 2018

Hagamos el verano

Dicen que no va a haber verano. Que no va a hacer tres días seguidos buenos, aunque también te digo que ahora mismo firmo alternar dos buenos con uno malo. Dicen, los de las témporas, el pastor de Gorbea que anda pululando por WhatsApp y supongo que Pello Zabala de dará la razón, que va a ser horroroso, depresivo. Como si el hecho de que desde noviembre hayamos tenido apenas doce días de sol no nos tenga ya al borde del abismo, en guerra permanente con nosotros mismos por conservar el optimismo. 

Y mira que no soy de calor. Que cada año pienso que este año sí, que me pondré morena como lo hacía de pequeña pero luego hace ya tiempo que decidí que lo mío era más una buena sombra. Supongo que esta poca paciencia para aguantar el calor lo agradecerá mi piel dentro de diez años. 

Aunque qué ganas de un subidón de Vitamina D. De un colocón. De esa tonta euforia que sientes al llegar a casa después de haber pasado el día en la playa, y te duchas, y te metes a la cama con el pelo aún húmedo porque qué más da.


Pero desde este pequeño rincón, quiero hacer un llamamiento a la poca ilusión que nos queda y que pensemos que crear el verano siempre puede estar en nuestras manos. Un poco lo de Mahoma y la montaña pero con alegría y nubes negras. 

Pensemos que verano es ese perfume que ya te huele a víspera de San Juan y a bailar como loca en alguna verbena de pueblo. Es meterte a la cama con un capítulo de Mad Men y la ventana abierta, y quedarte dormida mientras Don Draper hace de las suyas y Joan Holloway no levanta la voz. Por mi parte hasta pienso ver un capítulo de Game of Thrones cada lunes. Verano es dejar los brunches para otro día y tomarte un vino blanco con las amigas en esa calle que los domingos es peatonal. Un vino, o dos. O tres. Y luego un bocata ya que estamos. Verano es ponerte las gafas de sol al mínimo rayo, o hasta con resol, al pelo alborotado secado al viento siempre le quedaron especialmente bien. Verano es seguir el Mundial, tragarte un Ingleterra-Bélgica en primera ronda sin saber quién quieres que gane exactamente, porque lo que importa son las cervezas, los cacahuetes y ese amigo que tiene todas las porras hechas. Que ojo con Bélgica este año. Verano es salir de trabajar y ver atardecer, quién sabe si el año que viene seguiremos a la orilla del mar. Verano es leer ese libro que te da cierta vergüenza sacar en Instagram, que el resto del año eres muy de leer Zweig y esos libros que recomiendan todas tus twitteras de confianza pero qué gusto es coger una de esas novelas de amoríos y tragártela en dos días con el piloto automático. Verano es cogerte el chubasquero por si acaso e ir a la playa a ver algún concierto del Jazzaldia. Verano es escuchar Plage de Crystal Fighters y pensar que cómo no han hecho un anuncio de cerveza aún con esa canción. ¿O ya lo hicieron? ¿O era de otra cosa? Verano es echarte la siesta resacosa con la etapa del Tour de fondo, porque esa siesta es la mejor del año. Verano es acercarte a las fiestas del puerto y ver a quienes no has visto desde el verano anterior. Verano pueden ser todas las aventuras que tú quieras.

Pongámonos moñas y hagamos de nuestro verano un state of mind de esos, que habrá más horas de luz seguro y las noches serán cortas y merecedoras de aprovecharlas al máximo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario