lunes, 24 de noviembre de 2014

Apuntes de Madrid

Vuelvo de mi periplo de cinco días en Madrid y todavía no sé dónde tengo la cabeza, una no suele saber por dónde empezar a normalizar las cosas. Cada vez que voy me parece que viajo a un universo paralelo, ajeno a todo mi mundo pero lleno de personas que quiero en la distancia. Parece mentira los lazos se crean en este 2.0 y se estrechan con algunas cuantas miradas cómplices al año.

Con la ciudad sigo teniendo ese sentimiento de amor/odio. Cuando estoy lejos la echo de menos, pero una vez allí no la aguanto por mucho tiempo. Cada vez que voy me siento más Heidi, echando de menos mis montañas, con una extraña sensación de saber que aunque viviera cien años allí, nunca terminaría de encajar. Me gusta ir sabiendo que tengo un sitio al que volver.

Pero su gente, ay, su gente es otra cosa. Bueno, su gente no, mi gente. Esas personas son las que hacen que me dé pena no estar más cerca, para poder llamarlas y que cualquier domingo fuera igual que el de ayer. Y lo mismo que domingo digo sábado, viernes o jueves, cada día ha tenido sus personas especiales, sus conversaciones añoradas y sus risas que ya echo de menos. Porque lo cierto es que visitar los sitios sin su gente es como bailar de lejos, los paisajes son mucho más bonitos si se intuyen sonrisas.


Me quedo con la magia cotidiana de esos encuentros. Hay tanta gente que veo más a menudo a la que me siento menos unida...

Pero también vuelvo con la maleta llena de souvenirs materiales. Con la idea reafirmada de no comprar por comprar sino por amor del bueno. Una vez un amigo me dijo que parecía de fácil enamorar y el estado en el que ha vuelto mi tarjeta de crédito podría darle la razón, aunque yo sé que en el fondo soy dura de pelar. Los astros se debieron de alinear para día tras día poner en mi camino el abrigo buscado, las cremas perfectas, una fragancia capaz de enamorarme como hacía años que no me pasaba y uno de los bolsos más bonitos del mundo con un 30% de descuento. Si alguien quiere cotillear los nombres propios, se llaman H&M, Kiehl's, Profumum Roma y Malababa.


La siguiente vez tengo que acordarme de llevar una maleta más grande para la vuelta, por mucho que mi habilidad de viajar con cuatro cosas esté cada vez más desarrollada.

Por cierto, también encontré aquello que tanta ilusión me hacía encontrar. Como siempre se dice en estos casos, cuando menos me lo esperaba, donde menos me lo esperaba.


Volveré. Prometido.


¡Besos!



P.D.1: El abrigo de Asos no fue lo esperado, o sí. Lo cierto es que se va a ir de vuelta, pero aprovechando su viaje llegó a casa el vestido más bonito del mundo. Y este se queda.

P.D.2: Me pregunto qué tal habrán andado mis chicas del Pirineo en su viaje a Donosti.

5 comentarios:

  1. Hoja de ruta de 10!!me pongo inmediatamente en contacto con el responsable de turismo donosti para que te de un puestazo!!! Siempre tengo
    Madrid�� vs Donosti ��
    Pero esta vez ������
    Pd: el mercado esta fatalitico!!

    ResponderEliminar
  2. Me gustan tus compras!!! A ver cuando te veo!!!

    Un besote!!!

    ResponderEliminar
  3. No hay nada como Donosti, Madrid no es para siempre. Ha sido genial volver a verte y compartir risas, paseos y desayunos esto días :). Cuidate mucho!!! musu asko

    ResponderEliminar
  4. Vuelve pronto para que podamos estar más. Aunque tienes razón y el próximo viaje me toca a mí

    ResponderEliminar
  5. Muy bonito el vestido de Asos, disfrútalo!!. Muakes!!.
    http://openingwindowsculture.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar