domingo, 25 de junio de 2017

La ventana y el mosquito

Cuando empieza a llegar el calor, me encanta dormir con la ventana de mi habitación abierta de par de par en par. Creo que es lo que más me gusta de todo el verano, ese momento antes de dormirme, cuando la brisa nocturna me acaricia la cara, tener esa sensación de profunda intimidad al aire libre. Desde que me vine a vivir a esta casa además, la ventana está justo encima de la cabeza, tanto que si levanto el brazo, puedo sacarlo fuera. Otro placer que se le añade, es que nuestra vasa da al patio de la manzana, por lo que a pesar de vivir en el centro de la ciudad, es realmente silencioso. Pocos ruidos me molestan a parte de alguna gaviota afónica que se empeña en darme los buenos días en cuanto se atisba un poco de luz a la mañana.
Hay noches, sobre todo por estas fechas, que hacia las 23:30 la luna aparece de pleno en mi campo visual. Esos días, me da hasta pena ponerme a leer, ver alguna serie o simplemente cerrar los ojos por mucho que el espectáculo suceda cada noche. 

Con esto días de tanto calor, me he pasado las 24h del día esperando ese momento de hacía las 05:00 en donde me despierto sintiendo algo de "frío". En ese momento, sin apenas moverme de la cama, cierro la ventana y bajo la persiana para poder disfrutar de alguna hora más de sueño. 



El otro día, no sé si fue el martes o el miércoles, al rato de cerrar la ventana, me desperté otra vez con un mosquito susurrándome cariños al oído. Intenté ignorarle, valoro demasiado mi sueño para desvelarme por un ser tan diminuto, pero aunque me cubrí hasta la cabeza con la sábana, ahí seguía insistiendo. Di unas palmadas al aire, quien sabe, puede que a estas alturas descubra que tengo algún superpoder, cambié de postura, pero al final desistí al darme cuenta que ya casi era la hora de levantarme. 

En la cocina, preparando el desayuno, coincidí con mi alicantina favorita, esa que vive en mi mismo pasillo, dos puertas más adelante, y le solté algo como "un puñetero mosquito me ha despertado pitándome al oído". A lo que ella contestó: Por eso yo duermo con la ventana cerrada. Y medio dormida que estaba, pensé, será que tengo que hacer eso. 

Apenas fueron unos microsegundos, pero una parte de mi ser estaba dispuesta a renunciar a una de las cosas que más le gusta en este mundo porque un mosquito le había molestado digamos que durante ¿20? minutos. De ¿30? días que llevaba durmiendo con la ventana de par en par, en uno, algo me había molestado durante el 4% de la noche, lo que hacía un 0.14% de mis noches disfrutando de dormir con la ventana abierta. 

Hace ya un tiempo que decidí que no quiero ser esa clase de persona que se pierde algo por un 0.14%.


Maddalen

domingo, 18 de junio de 2017

Darcy, siempre Darcy

Hace unas semanas iba haciendo tiempo por el Fnac y mis ojos se encontraron con un slogan que era carnaza para mí: “Cuando ‘Orgullo y Prejuicio’ se junta con ‘Sexo en Nueva York’”. Ya me tenían atrapada. El libro en cuestión se llamaba Sin Compromiso y era una versión del siglo XXI de la icónica novela de Jane Austen. La contraportada prometía: Lizzy y Jane, la primera periodista y la segunda instructora de yoga, vuelven a su Cincinnati natal porque han operado a su padre, Mary está con su tercer máster, y Kitty y Lydia están enganchadas al crossfit y a la paleodieta. Por ahí aparecían también Bingley y Darcy, médicos muy amigos desde la facultad que trabajaban en un hospital con el padre de Charlotte Lucas. El planteamiento me hacía mucha gracia. No sabía si la escritora, Curtis Sittenfield, me parecía lo peor por ir a lo fácil para escribir un libro, o si me parecía una valiente por atreverse a ello.

Como tengo una pila de libros en mi espera, me resistí a comprarlo pero quedó merodeando en mi cabeza. Sólo tardé un par de horas, en un ratillo libre que tuve en la tienda, en meterme en la web de la biblioteca y buscar sin mucha esperanza. Pero ojo, ahí me sorprendieron, no sólo la tenían sino que estaba disponible. La encargué, junto con un libro de David Foster Wallace para compensar.

Me ventilé las alrededor de 500 páginas en apenas unos días. Unas partes se me hicieron muy agradables, incluso divertidas. Otras en cambio, no había por dónde cogerlas, sobre todo la parte final como bien me vaticinó Lara. Pero por mucha sensación de “esto yo lo hubiera escrito mejor” que tuve, lo cierto es que lo disfruté, mucho. Disfruté como lo hice con Lost in Austen, con la bollywoodiense Bodas y Prejuicios o como lo hago cada vez que veo Bridget Jones. Por no hablar de la magnífica adaptación que hizo Joe Wright (lo siento BBC, es mi preferida, podría hacer un post entero desmenuzando cada preciosa escena y cada rayo de luz, porque qué luz). Ahí estábamos el día del estreno y creo que voy por el segundo DVD, el primero se me rayó de tanto usarlo.


Pensándolo bien, puede que sea la novela más universalmente adorada. Y la clave está clara: Jane Austen fue capaz de idear a Mr. Darcy y la tensión sexual con Elizabeth. Podemos seguir echándole la culpa a Disney, pero nadie más nos ha hecho fantasear con el hombre ideal que Austen. Ella es la culpable de que si un tío no nos hace caso, nosotras pensemos eso de “ya pero en el fondo le gusto”, y seguro que una tarde de lluvia de estos, aparecerá en mi portal y me dirá que aunque hay ciertos aspectos ridículos en mí, no puede dejar de sentir un amor infinito. ¿Y esa química que destila con Lizzy? Austen fue una genia, ni Richard Gere y Julia Roberts.


Y así seguimos, más de 200 años después, suspirando cada vez que escuchamos el nombre de Fitzwillian. Ya puede tener la cara de Colin Firth, de Matthew MacFadyen o ese que últimamente ha salido en Anatomía de Grey. Austen creó la mayor carnaza posible para cualquiera que tenga un ápice de romanticismo en su interior. Por eso, claro que disfruté leyendo ‘Sin Compromiso’, salía Darcy y a cada página estuve ojo avizor para enamorarme de cada gesto que hacía. 

Aunque os voy a decir más, ojalá las que nos vengan por detrás también sigan suspirando por personajes como Darcy o Mr. Rochester, y no por tontodelculos como Grey. De hecho, puede que parte de mi aportación a la sociedad sea regalarle un pack de Orgullo y Prejuicio y Jane Eyre a cada adolescente ávida de romance que me cruce. 

Por cierto, no les privéis de Disney a vuestros descendientes. Si son un poco avispados, La Cenicienta les enseñará que en esta vida llegas lejos siendo amable y paciente, en El Rey León verán que los amigos más variopintos son muchas veces los que no te dejan de lado, Merlín El Encantador les mostrará que muchas veces, la inteligencia gana cualquier batalla y con La Sirenita... con La Sirenita no sacarán nada en claro pero las canciones y la gaviota son lo más. Ah, y Mulán, Mulán se la tienen que aprender de memoria. 



Maddalen

domingo, 11 de junio de 2017

Obsesión

3 meses. Ese es el tiempo que llevo suspirando por un bolso. Uno en concreto, que por lo que dice la tienda online no se encuentra disponible en el almacén. Durante 3 meses, me he metido cada día en la web de la marca, a veces incluso varias veces al día, porque sinceramente, por mucho que haya apuntado mi email para que me avisen cuando vuelva a estar disponible, no me fío. Y dirás, es que igual no vuelve. Pues se supone que sí, porque en la misma página aparecen otros modelos con el cartel de "out of stock" pero este no lo tiene, pone que no está disponible. Y no, no voy a decir cuál es el bolso, porque si te gusta, igual tú vas a ser más rápida que yo y en cuanto vuelva, hacerte con él y dejarme a mí sin ese preciado botín. Esas cosas pasan y no quiero odiarte.

Pero no siempre mi amor ha sido obsesión. En cuando tuve el flechazo, decidí que esperaría hasta mi cumpleaños para hacerme con él, por aquel entonces faltaban unas seis semanas. Mientras tanto, fui enseñando su foto a todos mis amigos y familiares, y aunque alguna opinión discordante hubo, en general la aceptación fue muy buena. Tanto que hasta mi hermana preguntó en una comida, “¿Por qué las cosas que yo quiero comprar nunca os gustan y las de Maddalen siempre sí?” Ay amiga, a ti te habrán sacado en el street style del Primavera pero yo tengo style.

Otro de mis amores de ayer y de hoy, por ahora, inalcanzable Fuente

Aguanté dos semanas predicando mi amor a los cuatro vientos, hasta que decidí que el 24 de abril era una fecha demasiado lejana. Ya no aguantaba más. Tenía que aprovechar que por tercera vez en la historia, mi amor por un bolso se podía llevar a cabo aunque fuera con cierto apretón económico. Todo pintaba bonito, ya me veía paseando con él por las calles de Donosti. Pero no. Me metí en la página y en rojo aparecía la siniestra frase de “no está disponible en el almacén”. Corrí a Zalando, pero ya estaba agotado. Busqué tiendas varias por internet y nada, sólo una sospecha web que la ofrecía por una décima parte de su precio. Pensé en jugármela, pero creo que los años me están convirtiendo en una persona honrada. Hasta cuando fui a Madrid introduje El Corte Inglés de Serrano en mi itinerario y me acerqué a la dependienta con la foto como si de un perrito perdido se tratase. “En ese color no.”. Seguro que vio la desesperación en mis ojos y llamó al de la Castellana, pero por allí tampoco habían visto nada. “Si quieres te cojo el teléfono y te llamo si aparece algún día.” “No, déjalo, no soy de aquí.”. Ya me estoy arrepintiendo. Me tenía que haber agarrado a ese clavo ardiendo.

Y así sigo, en el muelle de San Blas, como con Fassbender en cada Zinemaldi (a él nunca le confesaré que le hago ojitos a Idris Elba).

¿Podría comprarme otro bolso? Sí, claro que podría, pero no sería lo mismo. Llegados a este punto, tengo serias dudas de que algún día lo tenga en mi vida pero la esperanza es lo último que se pierde. Con un poco de suerte, el tiempo apagará mi amor y si no, confirmaremos que tengo un toque desequilibrado. Podéis empezar a recitarme ese famoso poema que decía:

“Son las 5 en la mañana,

y yo no he dormido nada…”


Mad-dalen