jueves, 31 de diciembre de 2015

365 días en hora y pico


Hora y pico para escribir una entrada que celebre el año vivido. Esa misma entrada que el año pasado no quise escribir porque no me apetecía mirar para atrás sino mirar hacia adelante sin ningún espejo retrovisor.

Celebrar un año que ha sido grande, muy grande, diría que el más grande de toda mi historia. Un año en el que me ha cambiado la vida 180º, en el que pasó un tren delante de mis ojos que nunca pensé que existía pero que cogí sin dudar ni un segundo, porque por muy cutre que suene, algo de dentro me decía que todo el recorrido hecho hasta ahora, era para llegar a coger ese tren.

Un año en el que he cumplido los 30, con la sensación de que es la edad que quiero tener, de que la cana que me ha salido demuestra de que no tengo que dar tantas explicaciones y de que tampoco está tan mal quedar con las amigas para desayunar. De hecho está muy bien. Puede que sea porque los 30 vinieron cuando ya tenía ese gran proyecto entre manos, cuando sentía que estaba haciendo algo muy bonito y ciertamente transcendental. Ese peso hizo que mis hombros estuvieran más erguidos a los 30.

Hora y pico para celebrar que no me he ido de vacaciones en todo el año porque estaba trabando mucho, y porque más que ir, ahora lo que me gusta es ser una parada en al camino, una perfecta anfitriona. Para alegrarme por el patio de mi casa, que es muy particular, y porque los jardines tienen vistas al mar, a la Concha, que es el camino al trabajo más bonito que podría tener. Para aguantarme las ganas de brindar con esas dos copas vacías que tengo en casa hasta el 3 enero, que es cuando regresarán mi Mónica y mi Rachel particular, y podremos hacer por fin ese domingo de marianitos y cine en el sofá que tenemos planeado desde unas semanas. Porque las habitantes de las habitaciones contiguas a la mía, son muy muy guays.

Hora y pico para acordarme de lo bonito que fue escuchar aquel chaparrón tumbada en la cama antes de dormirme, porque tengo la suerte de que en mi silencioso patio nada enturbia el ruido de la lluvia. De que he vuelto a hacer el café en mi antigua cafetera italiana, a fuego, y ese ruido es gloria bendita. De los libros que he leído (pero eso siembre se merece un post propio), de las películas que he vuelto a ver y de las que me han sorprendido. De los partidos que hemos ganado y de las noches que hemos vuelto atrás bailando Estopa. De esos atardeceres en los que he podido ver que el sol se metía en la cama del mar a roncar y de cada una de las 100 razones por las que merecía vivir hasta en los días más rojos.

Hora y pico para no olvidarme de nadie. De Eva, que se ha convertido en un deseado matrimonio por conveniencia con el que bailar El Perdón a escondidas. De todos los que os habéis alegrado tanto como nosotras de que tengamos esa esquina mirando al mar y os habéis dejado perfumar con nuestros acordes de Bowie. De las personas que han compartido estos 365 días conmigo, porque sin ellas, qué. De Jon, Martin y Maia, porque merecen mención especial.

Pero sobre todo, hora y pico para ver pasar otra vez este año delante de mis ojos y recalcar que hoy a la noche, tengo que alzar muy alto la copa.

Y porque podría seguir escribiendo infinito pero me tengo que ir a trabajar en la última tarde del año, y me da igual, porque estoy subida al tren más bonito de todos los que he imaginado jamás. Porque quería escribir muchísimas cosas más, pero a contrarreloj, no consigo ordenar el batiburrillo.


¡Feliz año a todos!



jueves, 12 de noviembre de 2015

Perdida entre árboles

Este año estoy viviendo el otoño obsesionada más que nunca con los colores de los árboles. Me quedo mucho tiempo mirándolos, como si no que quisiera perder ningún detalle de la evolución de sus colores, como si quisiera grabarlo en mi mente porque si me despisto me voy a perder el espectáculo.

Creo que todo empezó cuando empezamos a montar la tienda online, a cada fragancia le asignamos una foto inspiradora y yo me vine arriba con las amaderadas. Árboles, montañas y niebla, un trío el que me apetecería perder, y unas fotos con las que empapelaría mi casa. 


Vía Pinterest


No sé si alguna vez os he comentado que a veces veo películas dependiendo en sitio donde estén localizadas, así que el otro día tocó Your sister's sister: chica le dice a amigo algo depresivo que vaya a la cabaña que tiene su padre en la orilla de un lago, amigo le hace caso y al llegar a la cabaña se encuentra a la hermana de la chica, también un poco depresiva porque lo ha dejado con la novia. No os voy a contar más pero hay algo de lío y se pasan toda la película paseando por esos parajes para meditar bien sus acciones.




Y mientras veía la película, yo no podía dejar de pensar lo mucho que me gustarían unas vacaciones así. Dos semanas, en una cabaña, a la orilla de un lago, entre árboles, niebla y con el mínimo número de ruidos extraños. ¿Algún día lo haré? Puede. Pero tendré que poner mucho de mi parte para hacer un viaje así para no hacer nada.

¿Quién paga dinero hoy en día para no hacer nada?

¡Besos!

martes, 3 de noviembre de 2015

Escribiendo por escribir

"Ya no escribes en el blog."

Me lo están repitiendo últimamente. Yo respondo que no, con cierta tristeza y preocupación. ¿Debería escribir? Parece una tontería pero me lo pregunto.

Y lo cierto es que me gustaría. No os voy a decir eso de que no tengo tiempo... Lo de tener negocio propio usurpa energía pero algún hueco queda. Más que eso, es el hecho de no saber sobre qué hacerlo lo que me lo impide.

Hunky Dory Laboratory.

Es lo único que últimamente tengo en mente. ¿Os he dicho ya que tenemos una perfumería preciosa y que también vendemos online? Post patrocinado por Juan Palomo.

Nuestra precios niña, Hunky Dory Laboratory

Parece ser que me he vuelto una de esas madres coñazo que no hablan de otra cosa. Que realmente no piensan en otra cosa. Y hombre, algo de orgullo y satisfacción te da el hecho de que te saquen en Woman.

Libros. Sí, también sigo leyendo. Pero tampoco escribiré un post tras otro sobre el libro del momento. Este blog antes tenía variedad.

La independencia me ha llevado a vivir en un sitio privilegiado, con esa famosa barandilla a apenas 100m, pero eso conlleva a olvidarse de las compras, de los caprichos, de las inspiraciones, y a sacarle partido máximo al armario.

Pero no me quejo. Mi mayor capricho otoñal ya esta de camino. ¡Ay, Irati! Desde que oí el nombre supe que tenía que ser mío.

El precioso bolso Irati de Zubi vía Instagram de @zubidesing

¿Algo más?

Pues que se avecina presentación del libro de Andrea Amoretti en la perfumería, seguido de su taller de estilo al que estoy deseando asistir. Una escapadita express a Madrid en donde puede que se cueza algo. Y que una de las personas más guays que me ha dado este mundo 2.0 también se ha lanzado a la piscina de emprender. Os presento Moss The Shop.


Seguiremos escribiendo por escribir.



domingo, 20 de septiembre de 2015

Ella me hace bien





"-Tengo un problema-le dijo a Vincent.
-Eres demasiado joven para tener problemas.
-Pues tengo uno. Que sea joven no es razón para no tomarme en serio. Estoy sufriendo lo que podría definirse como una crisis de engaño. Engaño a Sybel porque ella cree que la quiero todo el rato, pero en realidad cuando estoy con ella la mitad del tiempo la paso pensando en Maria Teresa, la amiga de Misty.
-A Maria Teresa le pareces un bicho. Es demasiado mayor para ti-dijo Vincent.
-No se trata de ella, tío. De ella en sí misma, vaya. Es la idea de Maria Teresa, ¿entiendes? A mí Sybel me hace bien, vaya. La comida que come tiene mucha energía, es muy saludable. Por la mañana me manda a hacer unos ejercicios de yoga y después meditamos. Medita ella, vaya. Yo solo le miro los pies, y sin prestar mucha atención. Me concentro en Maria T., básicamente. Me invento cartas de amor en latín y todo el rollo. No sé. A veces pienso que es porque de vez en cuando me gusta tomarme un helado sin sentirme culpable, o puede que a Sybel no la quiera como se debe querer. Me refiero a que tengo la sensación de que debería ser sincero con ella.
-Ser sincero nunca es lo más acertado-dijo Vincent.
-¿Ah, no? Qué sofisticado. Yo te creía un tipo de una pieza. Pero esto me está afectando, tío. Esta mañana Betty Helen me ha dicho que tenía el aura gris y suelo tenerla amarilla."


Tantos días felices de Laurie Colwin




miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿Y después del sol, qué?

¿Vosotras también tenéis la sensación de que el verano se ha acabado de repente? Una amiga nuestra de Alicante se ríe mucho cuando le decimos que este verano ha sido buenísimo. Se queda como el emoticono de los ojos enormes defendiendo que un día nublado no es un buen día y que en Donostia hay demasiados días grises. Nosotras en cambio, sabemos cuántas veces hemos tenido que abrir el toldo y afirmamos con certeza, que este año Lorenzo, ha dado pocas treguas.



Si nos habéis visto la cara, sabréis que no somos de las que nos prodigamos mucho por el sol y tampoco creáis que lo hacemos tanto porque somos conscientes de los estragos que hace el sol en la piel, se puede decir que simplemente somos más de sombra. Que lo de sufrir por calor, lo justo. 



viernes, 11 de septiembre de 2015

Un ancla en Stars Hollow

No sé si todo empezó hace dos meses y medio, o quizá antes, cuando en la cabeza algo hizo chas y de repente todas las piezas que iban a ser Hunky Dory Laboratory encajaban.

Si miro atrás, a lo que le pedí a este inempezado 2015, me doy cuenta todo lo que me está dando, de todo lo que ha cambiado mi alrededor, y a mejor además. Trabajo nuevo (quizá llamarle simplemente trabajo se queda corto), casa nueva, rutinas nuevas, tatuaje nuevo, corte de pelo nuevo... y hasta amistades nuevas que se van consolidando poco a poco. Si olvidar las viejas, ojo.

Por eso entre tanto cambio, me he dado cuenta que el cuerpo me pide que le recuerde que sigo siendo yo, la misma de siempre, una especie de ancla que me enseñe que aunque todo ha girado 180º, seguimos perteneciendo a este lugar. Así, entre tanto capítulo pendiente y tanta serie nueva que empezará ahora, yo tengo más ganas que nunca de pasearme por Stars Hollow y de tomarme un café en Central Perk.


Será que necesito poco más para sentirme yo misma.


¡Besos!

martes, 8 de septiembre de 2015

Guido y Vincent









"-La vida es sencillísima, ¿no te parece?-repuso Guido amargamente.
 -En los viejos tiempos yo le soltaría la pregunta y ella aceptaría y nos casaríamos y liquidaríamos el asunto. Después echaríamos raíces y viviríamos la vida como la vive la gente normal y corriente.
 -¿Y qué te hace pensar que sois normales y corrientes?-dijo Guido-. Además, en los viejos tiempos no había ni Hollys ni Mistys. Nuestro problema es que ya no sabemos cómo deben ser las cosas."


Tantos días felices de Laurie Colwin



P.D.: La vida me está cambiando a pasos tan agigantados que poco a poco iré encontrando huecos para volver. Mientras tanto sigo leyendo. Middlesex fue una preciosidad y Tantos días felices está siendo justo lo que necesito en esos nuevos huecos que aparecen en mi día a día.

domingo, 9 de agosto de 2015

Evaluando el rumbo

Qué edad más tonta esto de los 30.

Ayer, lo que otros años hubiera sido la planificación de una fiesta antológica, no eran más que peros y mínimo esfuerzo. De repente, un día te encuentras en medio de una verbena que te han arrebatado, porque hay canciones que todo el mundo parece saberse pero que tú crees no haber oído nunca. Sólo algunos greatest hits rememorando los 90 te hacen darlo todo por unos minutos.

Todavía ando descolocada en esto de la madurez, como si me estuviera tocado vivir una edad que no es la mía. O mejor dicho, como si me estuviera tocando vivir una edad en la que no sé si estoy actuando correctamente, con la misma sensación que tendría si me llevaran a una fiesta Austeniana. Puede que sea cosa mía, pero tengo la sensación de que últimamente la gente de mi alrededor está evaluando este primer tercio (vamos a ser generosos) que hemos vivido. Poniéndole nota a lo vivido y disfrutado hasta ahora, y planteando seriamente si esto era a lo que queríamos llegar o si nos hemos quedado cortos.

Por mi parte, lo del negocio propio ha sido un regalo sorpresa que me ha cambiado la vida, y a él le debo no sentirme tan perdida y descolocada en este batiburrillo de evaluaciones y calificaciones.

Esta semana terminé de leer Algún día este dolor te será útil de Peter Cameron, una novela que cuenta los pensamientos de un chico en su último verano preuniversitario y sin más remedio, yo me he visto de vuelta en 2003, y he viajado mentalmente por estos 12 años de manera aleatoria convenciéndome de que la vida esta llena de sorpresas. Que con las malas hay que tirar para adelante y que de la buenas hay que disfrutar con ganas y reticencia.

Así me pilló la película que vi el jueves, Before we go, con Chris Evans delante y detrás de las cámaras. Será que con la guardia bajada y en este bucle nostálgico infinito he perdido algo de perspectiva, pero me gustó mucho. Se me hizo una especie de Nick and Norah's infinite playlist para treintañeros y me sorprendió la delicadeza, sobre todo visual, que demuestra Evans para contar historias. Creo que se ha ganado un puesto en el top 3 de Actores que no pensaba que serían capaces de dirigir tan bien junto a Josh Radnor y Ben Affleck. Más aún después de que Joseph Gordon-Levitt demostrara con Don Jon que tampoco es tan fácil hacerlo.


Lo que sí es cierto es que no volvería a los 18. Por mucho que me entre cierta nostalgia de las verbenas y las interminables noches vividas, yo, conmigo misma, estoy mucho mejor ahora. Puede que por ahora, la solución sea seguir reviviendo aquellas noches entre anécdotas e risas, igual que nos apetece ver una y otra vez esa película que tanto nos gusta.


¡Besos!


sábado, 25 de julio de 2015

Estaba de post-parto

No estaba muerta, estaba emprendiendo.

Estaba montando una perfumería junto con mi socia y lo cierto es que nos ha quedado bastante bien. Estaba cogiendo el ritmo de la nueva rutina, descubriendo nuevos sitios para desayunar. Estaba quedándome a comer en ese sótano tan acogedor que tenemos, que en tan poco tiempo y con tan pocas cosas hemos hecho nuestro. Hace poco leí en un libro de Jojo Moyes que es curioso qué poco tiempo y qué pocas cosas necesitamos para sentirnos reconfortados y cómodos en un sitio, con qué poco lo hacemos nuestro.


Estaba terminando de escribir la que va a ser nuestra tienda online, poniendo ganas en cada descripción y claro, así no me quedaba otra cosa más que escribir. Estaba buscando fotos bonitas, porque ay, qué bonito va a quedar todo.

Estaba hidratando mi pelo, everyday, everywhere. Os reiréis pero hablamos el día que tengáis que trabajar en la esquina con más humedad y más corriente de todo el universo. Qué fácil es lucir un pelo bonito con el clima secano. Por eso, estaba embadurnándome mi pelo con aceite de coco, buscando nuevos productos porque parece ser que ahora necesito un champú para cabello rizado. Por eso estaba cotilleándole los productos capilares a la Rati, que ella tiene mucha experiencia en estos lares.

Estaba pensando en qué ponerme cada mañana, para ir guapa y acorde con la tienda tan bonita que tenemos. Estaba ensayando con las Swedish Hasbeens a ver si las termino de ceder, porque parece ser que tengo el pie un poco ancho. Estaba batiendo el récord mundial de pintarme el eyeliner, ahora sólo me falta que todos los días me salga igual de bien.

Estaba celebrando mi santo, con unas pastas y muchas felicitaciones.


Estaba leyendo a Caitllin Moran, disfrutando de su políticamente incorrecta 'Cómo se hace una chica' y pensando en qué difícil es escribir con ese punto tan ordinario y te te quede tan bien. Creo que pocas cabezas he conocido tan bien iluminadas. También estaba ordenando el resto de mis lecturas para este verano, porque pocas veces lo he tenido tan claro: terminar 'Bella del Señor', 'Algún día este dolor te será útil', 'Middlesex', 'Cumbres borrascosas', 'Tantos días felices' y empezar con la lucha de Knausgard con 'La muerte del padre'. Estaba pensando que puede que tenga hasta otoño.

Pero sobre todo, estaba disfrutando de estos días de trabajo. Mucho. Porque nunca pensé que sería tan feliz trabajando de lunes a sábado y no pudiendo desconectar del todo en domingo. En fin, que Hunky Dory Laboratory ya ha nacido, parece estar sana y fuerte y lo que es más importante, con mucha ilusión de que cada nuevo día, sea igual de bonito que el primero. Porque con todos vuestro mensajes, lo hicisteis insuperable.

En serio, muchas gracias a todos por vuestros mensajes de alegría e ilusión, de sentir Hunky Dory Laboratory tan vuestro como nuestro.


¡Besos!

P.D.: Podéis seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram y Pinterest.

P.D. (bis): Y gracias extras a mi querida Bea, por escribir un post tan bonito que hizo que me emocionara tanto.




domingo, 7 de junio de 2015

Tensión pre-parto

Soy una contractura andante. Ayer cuando me levanté después de dormir 9 horas seguidas como un tronco, me di cuenta que en algún punto de la noche, mis cervicales y toda mi espalda hasta los riñones, hicieron katakrak. Así, la tensión que he ido acumulando estos últimos meses, ha querido adquirir el protagonismo que se merecía y yo por mi parte, me tendré que dignar a llamar algún masajista para que me arregle un poco el desaguisado. Qué mal.

Estamos a un par de semanas del estreno (aún no hay fecha oficial, hasta que lo tengamos todo preparado cualquiera se atreve a ello) y me parece que llevo meses en una especie de caverna hibernando. Este longevo parto me ha llevado a olvidar hasta cómo me acicalaba el pelo a principios de año. Al menos la habilidad para el eyeliner sigue intacta.

Llevo semanas medio nerviosa con eso del qué me voy a poner ahora para diario, ya no tendré días de fiesta en los que me sirva el comodín del pitillos+camiseta+chanclas+cara lavada. Ahora, tendré que ir guapa todos los días, y una enorme duda existencial puebla mis pensamientos con si mi armario estará a la altura de las expectativas.

A mis obsesiones por los bolsos y los libros, se han sumado ahora la de los zapatos y las faltas midi (estoy a la espera de una maravilla en color mostaza...). Este futuro cercano con tantas horas sonriendo a la gente hace que quiera priorizar en mis gastos.

Fuente. Posible futuro uniforme para trabajar.

En fin, que si no me paso por aquí tan a menudo es porque estoy intentando escribir las mejores descripciones para la futura página web. Porque por si alguien no sé ha enterado, abrimos perfumería muy pronto.

Los detalles están al caer.



¡Besos!

martes, 5 de mayo de 2015

Y tú, ¿de qué colores te vistes?

Hace unas semanas fui a las charlas blogger que había en Urbil y le pregunté a mi querida Hendaye Style si la evolución en su estilo ha sido a conciencia o si ha sido fruto de ir cambiando los gustos a base de inspiraciones varias. Me sorprendió que me respondiera que ha sido un cambio meditado y trabajado, siendo consciente de la evolución que quería dar.

Yo no considero que esté cambiando mi estilo, pero sí siento que en esta treintena que acabo de estrenar, lo estoy afianzando con pequeños gestos. El primero, y quizá más revolucionario, fue sentar las bases del mismo, tener claro qué es lo que me gusta y qué no, cuales son mis puntos fuertes y de qué experimentos me tengo ya que olvidar. Creo que ya lo comenté otra vez, pero no sabes el tiempo que se ahorra dejando de buscar los abalorios perfectos cuando te das cuenta que no eres chica de tantos adornos.


Dentro de ese primer paso, estaba la idea de utilizar la ropa cada vez más básica, en parte por gusto y en parte por la facilidad de combinarlas entre ellas. Desde siempre he sido fan de unos artículos que publica la revista In Style en los que con 10 prendas básicas, 10 prendas de temporada y 10 complementos (creo), te diseñan los modelitos de todo un mes. A mí también me gusta jugar mucho con las prendas que tengo, probar infinitas combinaciones y no estancarme siempre en las mismas.

En parte por ese pseudo-Capsule-Wardrobe que empecé a hacer y sobre todo porque jugar siempre es más fácil, de un tiempo a esta parte también he sentado las bases de la paleta de colores con la que me voy a vestir: Gris, blanco, crema, negro, rosa (sobre todo entre pasteles y corales), verde (mentas y caquis) y azul (marinos, claros y vaqueros). Más o menos.


Esto no quiere decir que no tengo ropa de otros colores ni que la voy a tener. Simplemente, que intento que cuando voy a comprar una prenda, sea de esos colores para que luego sea mucho más combinable. Por supuesto, quedan fuera de esta regla todos esos enamoramientos irracionales que por suerte, a medida que voy madurando, cada vez son más espaciados en el tiempo. También son excluyentes cualquier tipo de complementos, sobre todo bolsos.

Y tú, ¿de qué colores te vistes?



¡Besos!

miércoles, 29 de abril de 2015

Marina, Marina, Marina...

Para lo bueno y para lo malo, soy de esa clase de persona que sabe lo que busca. Aunque sea en mi cabeza, la idea suele estar clara, por mucho que luego ni siquiera exista lo que yo estoy buscando. Doy vueltas, busco por todos lados, investigo, espero con paciencia... y a veces desespero. Lo que sea, antes de hacerme con algo que no me satisfaga al 100%.

Así andaba yo buscando el calzado negro perfecto para este verano. De hecho, diría que este igual es el tercer verano con la misma búsqueda. Soy algo rara y maniática para las sandalias, y más si son el color negro.

Al final, después de rastrear todas las tiendas online y offline de la zona, me lancé a por lo que el corazón me dictaba: el modelo Marina de Swedish Hasbeens.


Reconozco que el hecho de que sea una edición limitada presionó algo mi decisión. Esa sensación de ahora o nunca, de que apenas quedaba mi talla y que si se agotaba nunca más en la historia de la humanidad me podría comprarlas, consiguió que me lanzara a por ellas. Asos me suele engañar de la misma manera cuando en los artículos guardados aparece ese mensaje de "quedan pocas unidades".

Ahora ya se me han olvidado todas las pegas que les ponía cuando intentaba deshacerme racionalmente de la idea de comprarlas. Ahora sólo siento amor.



¡Besos!

domingo, 26 de abril de 2015

Excusas para el acopio

Siempre he dicho que lo mejor de leer es eso de vivir otras vidas, probarme otros nombres... abrir el libro entre dos páginas y simplemente desconectar del mundo. Y en estos días que ando monotemática por la vida, no sólo en el tema de conversación sino también dentro de mi cabeza, los libros son una boya de salvamento a los que me agarro con todas mis fuerzas por el bien de mi salud mental.

Así me ha pillado el día del libro, con ganas de hacer acopio de historias que no dejen que me obsesione con mis proyectos. Por una vez, dadas mis visitas mensuales a la librería Garoa, no había nada en la wishlist. Pero había que coger algo, por vicio y por tradición, y porque mi madre me incitó a ello con un mensaje que me mandó la víspera diciendo "Como mañana es el día del libro, y para no perder las buenas costumbres, compra un bonito libro. Pago yo. Un beso". Tampoco es que necesitara el mensaje ni pienso pasarle la factura (bastante me va a ayudar con otras cosas), pero siempre está bien saber que tus progenitores bendicen tus pequeños vicios.


Al final los elegidos fueron Música para feos de Lorenzo Silva y La verde luz de las estepas de Brigitte Reimann. Como bonus track, me tocó Balthazar de Claudia Gray en un sorteo de los Libreros de Gipuzkoa, la típica historia de un vampiro de que puede evitar enamorarse y bla bla bla, pero seguro que me sirve para quitarme este mono a Eric Northman que tengo. Porque lo pienso leer también, al menos las primeras 20 páginas.

Sobre lo leído estas semanas, estoy bastante trastocada aún con El libro de Jonah. Aunque ha sido uno de esos libros que te da pena terminar, tengo la sensación de que he disfrutado cada página, de que he aprovechado al máximo el goce. Libros del Asteroide se ha convertido ya en mi editorial de referencia y me da que voy a empezar a coleccionar sus libros como si fueran obras de arte.

Seguiré leyendo.


¡Besos!


viernes, 10 de abril de 2015

Canciones que unen

Mi vida está cambiando a pasos agigantados. Si a principios de año, alguien me hubiera dicho que ahora estaría donde estoy, me habría parecido ciencia ficción. Pero la vida te da oportunidades que hay que cazar al vuelo, porque tarde o temprano esas oportunidades siempre llegan y estoy en ese momento de pensar que todo pasa por algo.

Lo más bonito de todo es que en este nuevo camino que he emprendido no voy sola, tengo una socia, la mejor que podría tener. Juntas formamos un tándem no sé si perfecto, pero al menos sí de esos de los que da gusto ser parte: porque trabajamos bien juntas y porque no hay día que no nos riamos a carcajada limpia. 

Estaba ahora en casa y me ha venido a la mente la primera vez que nos paramos a hablar por la calle. No sé si ella se acordará pero sería hace algo más de cinco años, lo sé porque estaba embarazada y de hecho me paré para preguntarle qué tal estaba. Tampoco teníamos confianza para mucho más. Recuerdo, que de aquellas cuatro palabras que cruzamos, dos fueron referente al músico que estaba tocado el Why Worry de Dire Streets. "Qué temón", dijimos al unísono. 


Ayer, con todo lo que ha llovido desde entonces, nos cruzamos con otro músico tocando en la calle y como si fuera una especie de señal, entonaba un tema que significa mucho en nuestro futuro proyecto. 


Al menos sabemos que en nuestra vida en común no faltará buena música.  


¡Besos!



P.D.: Y si queréis más...

...de cuando decidí cuál sería mi canción si metiera gol.
...de cuando hablé sobre pasear por la Concha bajo la lluvia.
...de cuando escribí mis 100 razones para vivir

martes, 31 de marzo de 2015

Mi cabeza estos días

Es difícil escribir cuando sólo tienes una cosa en la cabeza y esa cosa la quieres mantener en secreto al menos unas semanas más. Bueno, quien dice en secreto dice sin publicarlo a los cuatro vientos pero sí.

Por lo que me cuesta escribir. Me cuesta encontrar temas que os puedan interesar, aunque luego me pongo a pensar un rato y ¿qué es este blog si no un cúmulo de ideas tontas que se me ocurren?

Ayer en Kafe Botanika vía mi Instagram

Estos días he leído La trama nupcial y mira que me lo habían dicho pero qué bonito. Cada día miro por la ventana y saco el brazo para saber si la primavera realmente ha llegado, porque tengo unas ganas tremendas de cambiar de armario y aún no me atrevo. Eso del Capsule Wardrobe no se hizo para estas tierras del norte. Aunque es cierto que llevo casi tres meses sin comprar nada de ropa y valorando lo que tengo. Eso sí, tengo de camino las zapatillas más bonitas del mundo, que al final me di el capricho cumpleañero adelantado y me customicé unas a mi gusto en la página de Nike.

El otro día vi Moneyball y me di cuenta que yo hago algo parecido para jugar al Comunio, no me va mal, he llegado al descanso liguero como lideresa, a ver si duro. Aunque también me fijé en lo guapo que seguía estando Brad Pitt en 2011 y en todos los años que han pasado desde que a los doce me compré una biografía suya por 595 pesetas, un desembolso muy desorbitado para aquel entonces.

Y tampoco puedo parar de escuchar la canción que le canta su hija y sentirme otra vez aquella niña de doce años que volvió a casa emocionada con su libro.


Pero bueno, que pronto cumplo 30 y lo cierto es que me siento bastante privilegiada en este momento. Lo dicho, ya lo publicaré a los cuatro vientos.


¡Besos!




P.D.: Y si queréis más...

...de cuando hablé sobre libros malos y buenos.
...de cuando me indigné con los "te quiero"s baratos.
...de cuando en enero también me puse a ordenar mis ideas.

jueves, 19 de marzo de 2015

Libros, películas y kleenex

El trancazo me ha pillado de puente, y yo pienso, oye ni tan mal. Que lo de tener la nariz como un pimiento y sus aletas brillantes de tanto untar vaselina para que no se irriten, es aún más duro cuando te toca el despertador a las siete de la mañana. Pero durmiendo hasta cuando se desee y de ahí migrando al sofá para pasar el día entre libros, películas y cientos de kleenex, es un plan bastante aceptable. Será que no me llega el suficiente oxígeno a la cabeza, pero estoy hasta animada.

Para la ocasión, tengo como acompañante el último libro de María Dueñas, que aunque Misión Olvido no fue el bombazo de El tiempo entre costuras, a mí me gustó porque recuerdo haberlo disfrutado leyendo. Literalmente, recuerdo de una tarde que pasé entera leyendo el libro durante horas, sin ganas de querer hacer algo más. No es el hecho de engancharme, es más la sensación de estar a gusto en compañía de sus personajes. Y eso, pocos escritores lo consiguen, por muy buenos que sean y tengan otras virtudes.


También espero ver alguna película, o hacerme alguna maratón de The Good Wife. Aunque tengo la idea que el fin de semana pasado las terminé todas. Nightcrawer, Into the Woods, Divergent y St. Vincent, cada una de su madre y de su padre, y por alguna alineación de las estrellas, me gustaron todas bastante. Pero si tengo que destacar algo de todas ellas es el niño que aparece en St. Vincent, pocas veces he visto algo tan adorable y después de hacer tanta práctica de magisterio con niños de entre 6 y 12, no soy tan fácilmente impresionable. Jaeden Lieberher se llama y le come la pantalla al mismísimo Billy Murray. Por lo demás, Meryl Streep alcanzando copas de perfección de el papel de bruja, yo crearía un Oscar especial para ella cada año, aunque a este paso lo fácil va a ser volverse hater de lo buena que es, pero no, a mí nunca se me olvidará que en mi vida le he aplaudido tanto a nadie. Divergent me pareció más entretenida que Los juegos del habre y eso que Miles Teller no tiene el protagonismo que me gustaría, pero me entretuvo la tarde. Y Jake Gyllenhaal alcanza unas cotas creepies en Nightcrawler que mejor lo veáis vosotros mismos. Eso sí, llevo la semana andando por la calle con una seguridad diferente mientras el prólogo de Into the Woods suena en mi mente.

Por lo que después del pleno al cuatro del fin de semana pasado, tampoco le voy a pedir demasiado a éste en el aspecto cinéfilo, pero algo caerá.

Así puestos, os dejo que me he dado cuenta que no sé si tengo suficiente arsenal de pañuelos de papel y habrá que encontrar algo abierto para llenar la despensa.


¡Besos!




P.D.: Y si queréis más...

...de cuando os conté qué libros leídos en 2014 me gustaron más.
...de cuando pronostiqué que Birdman se merecía todos los Oscar del mundo.
...de cuando organicé una maratón de películas en blanco y negro para esos que no les gustan las películas en blanco y negro.

viernes, 6 de marzo de 2015

Quiero rayarme

De esto que ves algo que no sabes si te gusta, pero empieza a venirte a la mente cada poco y un día, te ves buscando algo parecido como te fuera la vida en ello.


ESA falda, me va a dar tan igual que me quede mal... Ya me veo poniéndola con mi Swedish Hasbeens... ay, es puro amor.

Por cierto, si la encuentro ya me lo podría comprar porque ayer cumplí mi reto de pasar dos meses sin comprar nada nuevo y apreciando lo que tengo en el armario. Parecerá una tontería pero esta abstinencia me ha dado perspectiva, me ha ayudado a valorar todas las prendas bonitas que ya tengo y a buscar aquellas piezas que realmente me gustan o que necesito. Como dato diré que una vez cumplido el plazo, no fui corriendo a comprar algo en Asos. Al principio me costaba creer que aguantaría todo este tiempo, me daba algo de vértigo pensar que podría cruzarse el vestido de mi vida en el camino y que no podría comprarlo. Pero para nada ha sido así. No he tenido apenas tentaciones y ahora mismo sigo sin tenerlas. He pensado que esperaré al cambio de armario (primavera, ven pronto) para adquirir alguna otra prenda.

En fin, ¡buen fin de semana!



P.D. 1: De cuando definí mi estilo.

P.D. 2: De cuando decidí darle valor a mi armario.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Bluebell y las cejas de Lily Collins

Hart of Dixie es una tontainada de serie que perdió todo tipo de sentido hace ya unas cuantas temporadas. Si es que alguna vez lo tuvo. Pero Bluebell, el pueblo donde pasan todos giros de guión sin sentido, es bonito, precioso, y nunca me aburriré de ir allí.


Esta última temporada apenas veo series, las tengo todas aparcadas, hasta The Good Wife con la que me di un auténtico atracón hace un par de meses cuando la descubrí. Con mil ideas que me van rondando por la cabeza a una velocidad demasiado vertiginosa, me parece que todas me hacen pensar demasiado, me cansa ponerme a verlas. Todas menos Hart of Dixie, claro está, que desde que no cuenta nada mínimamente bien hilado, tengo más tiempo de fijarme en los modelitos de sus protagonistas y en los preciosos parajes sureños. En una dosis de buen rollo relajante que nunca viene mal.

Lo de ver películas bonitas también lo vengo haciendo desde hace tiempo, es como volver al mismo sitio de vacaciones en verano, sabes lo que te vas a encontrar y eso reconforta. Sweet Home Alabama, Bajo el sol de la Toscana, todas las pamplinadas basadas en libros de Nicholas Spark... o mis parajes favoritos de la Irlanda rural en Tenías que ser tú y Posdata: Te quiero. En serio, con esos sitios, no necesito nada más.

Hoy acabo de ver Love, Rosie basado en un libro de la misma escritora que Posdata: Te quiero, Cecilia Ahern, y aunque no es ningún tipo de peliculón, me ha hecho ilusión encontrarme con una comedia romántica al uso, de esas que no se hacían en los últimos años. En una especie de One Day un pelín más pastelona y predecible, pero tiene una luz preciosa, una banda sonora pegadiza y Lily Collins tiene unas cejas que si fueran las tuyas las odiarías pero como son de ella las envidias. Así de fácil y así de complicado es alegrarme la tarde. Parece mentira que con lo manida que está la fórmula no acierten en conseguirla más veces.


 Me voy a quedar disfrutando de esa sensación agradable que me ha dejado, porque lo dicho, no es tan fácil de encontrar.


¡Besos!


P.D. 1: De cuando descubrí uno de mis rojos de labios preguntándole a la maquilladora de Hart of Dixie.

P.D. 2: De cuando Lemon Breeland lució mi vestido.

lunes, 2 de marzo de 2015

La hoguera de las vanidades: terminado.

A veces los libros tienen su momento. Será por eso que no le tengo miedo a empezar más de uno y luego dejarlos y luego retomarlos otra vez. Cuando no estoy disfrutando del todo uno, prefiero guardarlo para cuando sí lo haga.

Hoy he terminado La hoguera de las vanidades, la obra cumbre de Tom Wolfe que empecé en verano y dejé justo en la mitad. Odio cuando me pasa eso. Quedarme justo en la mitad de un libro gordo, ni para adelante ni para atrás. Miras todo lo que has leído hasta entonces y te das cuenta que te queda otro tanto por leer. Así que lo arrinconé, no sin cierto sentimiento de culpa por no sentirme maravillada por la prosa de Wolfe (aunque sí me hacía mucha gracia), pero había que afrontar la verdad y era que prefería leer otra cosa.


Olvidado estuvo hasta que iba a empezar con El libro de Jonah de Joshua Max Feldman y pensé: "Por qué voy a empezar un libro sobre New York si ya tengo otro por la mitad". Por lo que lo retomé y tan contenta. Me ha alegrado los viajes de autobús del último mes y lo he disfrutado mucho más de lo que hice bajo el sol veraniego. Será que la atmósfera gris era más propicia para estas lluvias que no terminan.

Sea lo que fuere, ahora sí era su momento. Por lo que no tengáis miedo me apilar libros empezados, mejor eso que leerlo mientras se mira a otros de reojo. Así tengo ahora La constelación del perro que tan bien ponen en todos lados. No sé si es que me ha pillado a destiempo o que realmente no es tan buena como quieren venderla. Igual es que necesito un clima más apocalíptico que estas lluvias. Aunque lo de Noé fue xirimiri comparado con esto.


¡Besos!


P.D: De cuando no me enganché en verano y me estresé.

jueves, 26 de febrero de 2015

Pronto vuelvo

Lo prometo.

Me estoy desperezando, cogiendo fuerzas y repartiendo ilusión. Mi ilusión.

Estos días me he acostumbrado a madrugar, a creerme una morning person, a desayunar como una reina (bollo de leche relleno de chocolate, Pepito le llaman)... pero también a meterme a la cama antes de que termine Pasapalabra (hoy ya voy tarde), a querer relajarme leyendo una hora entera pero a caer de sueño antes de llegar a la media. Me he amoldado a que mi vida social sea al medio día, a que las cenas me den la pereza de la vida, porque una vez que anochece, la humedad hay que combatirla con manta y estufa.

Me ha dado por pintarme las uñas de nude, yo que era tan cantarina, estaré madurando. Me corté el pelo a las siete de la mañana de un sábado, antes del Pepito, y bastante bien os voy a decir. Pero mi melena lucirá mejor cuando me pueda poner esos vestidos algo primaverales que parece que fueron de otra vida, con esa chupa de cuero que estoy deseando lucir.


Mientras tanto, tened paciencia, que si no escribo, es porque mi vida se ha vuelto algo aburrida y algo monótona. Pero lo dicho, pronto me quitaré el gris de encima y volveré a presumir de lunares.


¡Besos!

viernes, 13 de febrero de 2015

Le Pliage #onemoretime

Supongo que siempre me han gustado los bolsos, puede que me esté repitiendo porque siempre lo digo o lo dejo caer. Lo mío casi lo calificaría de fetichismo. 

Hace años, tenía mil, cuantos más mejor. Todas estas tiendas donde puedes encontrar bolsos por unos 20euros, eran mi PortAventura particular. Pero todo cambió la primera vez que me hice con uno "bueno". Mi madre nos dio cierta cantidad de dinero a mi hermana y a mí para que lo gastáramos en las rebajas y yo lo invertí todo en un bolso de Bimba y Lola. En aquellos tiempos todavía eran bonitos y deseables. Sentir el tacto de aquel cuero, me hizo desechar la idea de volver a comprar esos plasticorros que terminan descascarillándose en menos de seis meses. Desde entonces, cada bolso que ha entrado a mi colección ha sido con premeditación, alevosía, deseo y fervor, Hoy en día creo que tengo unos 10 o 12 y la sensación de estar saciada. De vez en cuando tengo algún flechazo como el que me dio en la tienda de Malababa aquel fin de semana largo que pasé en Madrid, pero en líneas generales, dejé hace un tiempo esa eterna búsqueda de EL bolso. Creo que los tengo de todos los tamaños, para todas las ocasiones y combinaciones. De hecho, me gusta pensar en ellos como una colección de arte y tengo la manía de no querer repetir marca, uno de cada, como si estuviera tachando casilleros. No sé por qué pero lo mismo me pasa con los pintalabios.

El Pliage de Longchamp lo compré hace ya 3 o 4 años, con la ilusión de estar haciéndome con un clásico: en verde botella y con la asa larga. Durante este tiempo, lo he amortizado y lo he utilizado tanto que el pobre estaba hecho polvo y dando pena, por lo que ayer tocó reponerlo. Con la misma ilusión y sabiendo que es una apuesta segura, esta vez en gris carbón, que el gris siempre es un acierto y éste es especialmente bonito. 


Por lo que así me seguiréis viendo, bebiendo café en cualquier esquina y con mi nuevo Pliage colgado de la silla (o apoyado en suelo que así ha terminado el otro...).


¡Besos!

lunes, 9 de febrero de 2015

Quiero ponerme mi chupa

Aprovechando las ofertas navideñas, me hice con un básico que llevaba años queriendo tener: una cazadora de cuero. 

Ahora, con estos días fríos que estamos teniendo, yo sólo quiero que llegue la primavera para ponerme mi chupa con cualquier prenda que se me ocurra.



Aunque de mientras, también voy feliz luciendo abrigo peludo.



¡Besos!

viernes, 6 de febrero de 2015

Abrir un libro y volar

Con miedo a que suene condescendiente, a mí la gente que no lee me da cierta pena.

No porque leyendo se adquiera cultura. Tampoco porque sea un acto entretenido. Ni tan siguiera porque nunca experimentarán lo que se siente al comprar un nuevo libro y saber que tienes horas de placer esperándote.

La gente que no lee me da pena porque no saben qué fácil es cuando tienes un día horroroso, simplemente abrir un libro y evadirte del mundo.



Que nadie consiga amargaros.


¡Besos!

jueves, 29 de enero de 2015

Ordenando ideas

No tener tiempo de escribir. O lo que es peor, no tener tiempo de pensar sobre lo que me apetece escribir. Y así, claro, no hay manera de pasearse por aquí. Leer es lo que me mantiene las ideas ordenadas, aunque en el hábito sigo igual de anárquica y el lunes empecé con También esto pasará de Milena Busquets sin haber acabado ninguno de los que están en progreso. Ya no aguantaba más sin probar en mis propias carnes la que parece a ser la nueva revelación literaria. Y qué bonito todo por ahora.

Hace una semana mi rutina cambió y poco a poco me voy acostumbrando a los nuevos ritmos. La buena noticia es que aún sigo tomando mi super-zumo mañanero, vamos, que no me ha vencido la pereza y limpiar la licuadora cada vez es menos tedioso. La receta ha ido variando pero la definitiva por ahora es 3 zanahorias, 1 manzana, medio limón y un trocito de jengibre. Sorprendentemente, cada vez disfruto más esos minutos de silencio cuando parece que aún nadie se ha puesto en marcha.



Sigo fiel a mi armario, resistiéndome a comprar nada hasta que llegue el 5 de marzo. Cada una tiene sus pequeñas metas y sus retos cotidianos de superación. No ha habido demasiadas tentaciones para saltarme la restricción. Quizá un abrigo de estampado de leopardo en rojo que vi el otro día... pero rectifiqué a tiempo pensando en que estoy a un par de prendas de ir vestida de leopardo todos los días y tampoco es plan. Esto de no comprar y ser más austera con mi armario, está consiguiendo que quiera vaciarlo aún más y tirar la mitad a la basura. Una vez que te metes en esta vorágine de menos es más, te atrapa del todo. Cada vez me agobia más el hecho de poseer tantas cosas y en mi armario no iba a ser excepción. Ahora, qué ganas de sacar del baúl de los recuerdos todos los vestidos veraniegos que guardé en otoño. Qué cerca y qué lejos.

Como veis, ando con un popurrí de ideas que poco a poco se van asentando. A mi mente le tengo que dar un poco más de tiempo para que se me acostumbre a tener tantos frentes abiertos y no morir en el intento. Esto de escribir siempre tuvo un lado muy terapéutico. Lo escrito, ahí se queda, parece que hasta ordenado.


Un beso,

jueves, 15 de enero de 2015

¿Por qué Birdman se merece todos los Oscars del mundo?

Bueno todos no. Porque sería un puntanzo que el de Canción Original lo ganara Everything is awesome de Lego The Movie.

Ayer, como ya dije en el post anterior, fui al cine a ver Birdman (que en realidad se llama Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) pero para no alargarnos le llamaré Birdman a secas). Dos horas más tarde salía del cine con una sonrisa dibujada en la cara y con una sensación de que acababa de ver una de esas películas redondas, que tanto escasean, a las que no se les puede poner ningún pero. Bueno, quizá el papel de Naomi Watts otra lo hubiera explotado mejor pero da igual. Con todo lo demás, eso da igual.


Creo que la verdadera maravilla de Birdman es todo lo que cuenta y cómo lo cuenta. Para empezar, es la historia de un actor que en los noventa saltó a la fama por interpretar a un superhéroe (recordemos que el propio Michael Keaton fue el primer Batman de nuestra era bajo la dirección de Tim Burton) que intenta que le tomen en serio adaptando De qué hablamos cuando hablamos de amor de Raymond Carver para Brodway. Obra, que él mismo dirige y protagoniza. Pero este argumento no es más que un telón de fondo (nunca mejor dicho) para hablar de temas tan gordos como el cine, la fama, el camino que cada uno hace en la vida, y si me apuráis, el papel que tienen las redes sociales y las nuevas tecnologías en la vida que hoy en día vivimos. Todo esto, saltando de un personaje a otro a ritmo de jazz, en un plano secuencia falso (esto lo he leído por ahí porque yo no sabría cómo llamarlo) que hace que vivas la película como si fueras parte de ella, con un dinamismo muy poco usual.

Ayer me decían en Twitter que Boyero había dicho que Iñárritu no emociona como con Amores Perros. Yo soy muy fan de Boyero pero esta vez no estoy de acuerdo. O quizá sí, porque no es que emocione como con Amores Perros, es que emociona diferente. Amores Perros (y sus intentos de repetición 21 gramos y Babel) y Birdman son cines casi opuestos y justo por eso mismo, por su trayectoria, me parece aún más admirable que Iñárritu haya sido capaz de hilar y tejer una película así. En el post de los Globos de Oro puse que me parecía justo que Linklater se lo hubiera llevado por su innovación cinematográfica en Boyhood, pero ahora, después de haber visto lo de ayer, me parece muy injusto que no se lo dieran a Iñárritu. Como me decía @Ugolyok en Twitter, "Con Boyhood me quedé dormido a la mitad, con Birdman me costó conciliar el sueño". Porque en el cine, además de innovar, hay que entretener, sino, la función no está completa.


Como ya he dicho al principio, lo único que no llega a excepcional en la película es el papel de Naomi Watts, porque igual otra actriz con una bis cómica más trabajada lo hubiera bordado mejor (me viene a la mente Amy Adams, por ejemplo). Pero estoy hablando de unos niveles estratosféricos que Naomi quizá ve empañados por el papelón de Michael Keaton y sobre todo, ese tandem inesperado que crean Edward Norton y Emma Stone. Norton vuelve en su mejor versión, no se sabe si haciendo un papel o interpretándose a sí mismo, pero vuelve, que es lo importante, y de qué manera. Lo de Emma Stone ya se está volviendo tan habitual, eso de que se coma ella sola la película (y la alfombra roja), que ya no sé ni qué contar. Esta vez, le toca ser la hija post-adolescente rehabilitada de la super-estrella en decadencia de Hollywood y otra vez más, consigue que la adoremos y la envidiemos a partes iguales por el talento que destila. Entre todos, hacen que las apariciones de Zach Galifianakis pasen al plano anecdótico y eso que está soberbio también.


Así que hagamos recuento: Película, director, guión adaptado, actor protagonista, actriz secundaria y actor secundario, y hasta diría que la menos merecida sería la de Keaton. Las de los planos técnicos los dejamos para otros por repartir un poco, aunque ojo con el de mejor sonido.

Pues nada, que no sé quién me ha llamado a meterme a crítica de cine ahora, pero esto lo tenía que contar.


¡Besos!



P.D.: Si vais a ver la película fijaros qué pendientes tan bonitos lleva la ex-mujer de Keaton la noche del estreno.

lunes, 12 de enero de 2015

Mis Globos de Oro




No necesito ninguna foto más para enseñar lo que me gustó de los Globos de Oro de ayer: la maestra y sus mejores alumnas.

Esto del estilo es algo complicado de explicar. No sé si se tiene o no se tiene, si se aprende con el tiempo o si es suficiente con tener una buena estilista. No tiene que ser tan fácil para que pocas más que estas tres triunfaran ayer a la noche paseando por la alfombra roja. Visto lo visto, diría que el estilo tiene que ver con no conformarse con un vestido rándom, con atreverse a llevar algo que sabes que otra luciría peor que tú y con no tener miedo a destacar sin llamar la atención. Y lo suyo tiene hacerlo alfombra roja tras alfombra roja. Yo creo que ayer la Mirren se aguantaba la risa cuando veía llegar a las jovenzuelas con sus mejores galas.

Respecto a los premios, pues poco que decir. Que a mí Boyhood no me pareció para tanto, que en cambio El Gran Hotel Budapest me pareció maravillosa y que Cómo entrenar a tu dragón 2 es mucho mejor que casi todas las nominadas a no animación. Que el premio a Linklater lo veo más lógico por atreverse a contar historias como nadie lo había hecho hasta ahora. Que Eddie Redmayne me encanta pero que estoy algo aburrida con tanto premio por personaje histórico y que muero de ganas por que a Julianne Moore crear un personaje enfermo de alzheimer. Que el miércoles intentaré ir al cine para ver Birdman y que Big Eyes me sigue dando pereza a pesar del premio a Amy Adams (y a pesar de Christoph Waltz). Que habrá que ver si The Affair es para tanto y que a mí me cuesta diferenciar Ruth Wilson de Michelle Monaghan (y eso que Ruth es mi Jane Eyre favorita). Que puede que Fargo sea mejor serie que True Detective pero que es una de las mayores injusticias de la historia que un personaje como Rustin Cohle pase a la historia sin un premio de los gordos. Porque Rust no volverá y Rust es de lo mejorcito de todo el 2014.


Y en protesta personal por el no-premio a Matthew, voy a ver True Detective otra vez y voy a leer Galveston de Nic Pizzolatto antes de ver Fargo.


¡Besos!




Editado después de haber visto Birdman: Ya no me parece tan bien el Globo de Oro a Linklater, Iñárritu se lo merece mucho más. Y Emma Stone de secundaria está que se sale también, se lo daba todo a ella. De mayor quiero ser ella.

jueves, 8 de enero de 2015

Siguiente nivel: Empieza el juego

Desde que escribí aquel post sobre mi estilo, me he dado cuenta que ya no pierdo el tiempo en intentar innovar. He simplificado mis decisiones respecto a las compras y he dejado de lado todo aquello que si a mis casi-treinta no ha entrado ya en mi armario, no lo hará. Al menos por ahora. 

He aprendido a no mirar la bisutería y a dejar de seguir buscando el rojo perfecto de los labios. Ya lo tengo, y no uno, sino 5 rojos perfectos para diferentes ocasiones. He asentado mis básicos de maquillaje (a esto igual le tendría que escribir otro post) y ya no siento la necesidad de seguir experimentando con potingues varios. 

Una vez asentada la Fase1, digamos que ha llegado el momento para dar un paso más en mi afán de minimizar decisiones y simplificar armario y tocador. Que menos es más lo tenemos ya más que aprendido. Que una habitación ordenada, incluidos armario y tocador, ayuda a tener una mente equilibrada también. Por eso, el siguiente paso va a ser aprender a valorar lo que tengo y deshacerme de aquello que no necesito. 


Hace un tiempo empecé a pensar dos veces lo que quería comprar. Con los bolsos lo aprendí fácil, basta con comprar uno bueno para saber que ya no te vas a conformar con tener 20 de Misako y Blanco. Con la ropa me costó un poco más, sobre todo en la época de rebajas de Asos donde te encuentras vestidos que te gustan más o menos a precio de risa. Pero ya puedo decir que creo que estoy rehabilitada de todas esas compras-impulsivas-incitadas-por-chollos-imprevistos, y aunque no cantaremos victoria todavía, creo que ahora sólo compro cosas que me gustan mucho. Así que me he hecho con un fondo de armario con el que estoy muy contenta y toca explotar. 

¿Habéis oído hablar del proyecto Capsule Wardrobe? No sé quién lo habrá inventado, lo he leído en varios blogs entre los que se encuentra Unfancy que es quizás con la que más identificada me siento en el planteamiento, que no es otro que intentar huir de esa búsqueda constante de cosas nuevas que comprar y disfrutar de lo que ya tenemos. Al fin y al cabo, Capsule Wardrobe no es más que una manera que poner en números esa idea de valorar nuestro armario. 

He solido leer varias variantes, pero al fin y al cabo es elegir cierto número de prendas (36-37) y no salirse de ellas en toda una temporada. Algunas meten los bolsos dentro de ese número, otras no (yo no podría)... Para algunas la temporada dura 3 meses y para otras 6... A veces se da opción de comprar alguna prenda siempre y cuando retires otra, Unfancy por ejemplo sólo la opción de comprar las dos últimas semanas de la temporada mientras vas diseñando la nueva Capsule Wardrobe para la que viene... y así hasta mil variantes (aquí un ejemplo). Pero una idea en común: disfrutar y valorar la ropa que tenemos


Reconozco que a mí me ha dado cierta pereza ponerme a contar prendas, aunque cada vez me molestan más esas que no utilizo. Antes, solía desechar con pena aquellas que no utilizaba durante un par de años, ahora disfruto cada vez que lleno la bolsa de basura. Además me he vuelto tiquismiquis con las calidades de la ropa: No he comprado una chupa hasta que ha podido ser de cuero, me fijo en el porcentaje de lana que tienen los abrigos, tengo jerséis de polyester a los que les he cogido tirria... y sin mencionar el calzado y los bolsos. Pero luego el tiempo me da la razón, no todo envejece igual y ya estamos en una edad que lo que te gustaba un año, también lo hará al siguiente. 

A lo que iba, que me he apuntado a hacer un pseudo Capsule Wardrobe, sin contar las prendas pero teniendo que aguantar hasta el 5 de marzo sin comprar nada, 3 meses me daban cierto pánico. Ahora que pasan los días y no entro en Asos, veo que mi mundo sigue girando igual y que no por ello salgo a la calle menos guapa.  Lo gracioso es que tengo aún más ganas de deshacerme de todo aquello que no me apetece poner y quedarme sólo con lo que realmente me guste. Que digo gustar, adorar. 

Sólo me he permitido un pecado rebajil: un jersey de lana gris de Massimo Dutti Hombre que me ha estado esperando toda la temporada. 97% lana, 3% seda morera. A mitad de precio. 

Ahora, toca jugar con lo que tengo.

¡Besos!

sábado, 3 de enero de 2015

Libros que leí en 2014 que pasarán a mi historia

El año pasado leí bastante. Más que nunca diría yo. Y más que nunca la literatura fue una vía de escape para los problemas mundanos del día a día. Creo que las listas de lo mejor del año ya están todas hechas, pero entre que quería esperar hasta el último día del año por eso de ser equitativa y entre que luego se me han pasado los días volando... Aquí vengo, algo tardía pero igual de eficaz: Los libros que leí en 2014 que pasarán a mí historia.


El cuerpo humano de Paolo Giordano

Lo cierto es que me parece que fue otra vida cuando leí este libro, hace justo un año andaba a vueltas con él y lo terminé creo durante los últimos días de vacaciones. A mí Giordano me había ganado con La soledad de los números primos, con aquel gran párrafo sobre lo que estudió Mattia el primer año de la universidad, que se convirtió en uno de mis retales literarios favoritos. Pero esta vez apareció un Giordano mucho más maduro, y aunque puede que la historia no fuera tan emocionante como el de Mattia y Alice, me pareció que estaba más trabajada y mejor contada. Habla sobre los días de un grupo de soldados italianos en una base de Afganistán, sus relaciones y sus historias, antes, durante y después de los meses que pasan allí. Una novela coral que acerca el lado más humano de ese mundo que a veces nos parece tan impersonal.


El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez

A mí la muerte de García Márquez me hizo leer. Concretamente, esta novela que tenía pendiente desde que Cien años de soledad no me apasionó. Nada nuevo en el horizonte si os cuento que ésta en cambio, me pareció maravillosa. De hecho, hace unos días la estuve releyendo por encima para la cata literaria que hicimos en Garoa y disfruté aún más perdiéndome entre sus palabras. García Márquez dio fondo y forma a una de las más bonitas historias de amor de la literatura. Y si no es de las más bonitas, al menos sí de las más longevas: más de 53 años, 7 meses y 11 días. Un orgullo que aquí una servidora, sea de la misma cosecha del 85 que el libro.


Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta de Dolores Redondo

Segunda y tercera parte de la trilogía de Baztán, una la leí en marzo y la otra en los últimos días del año que acabamos de pasar. Puede que Redondo no tenga la prosa de García Márquez, pero tampoco la necesita para crear una trama a modo de tela de araña que te atrapa hasta leer la última página. Reconozco que no soy una gran seguidora de la novela negra, más que nada porque después de leer Millenium me parecía que nada estaba a la altura y terminé dejando el género de lado (aunque ahora tengo pendiente Galveston de Nic Pizzolatto, ese mismo que fue capaz de crear a Rustin Cohle, o sea, que promete...) hasta que un reportaje en Página2 y el hecho de que estuviera ambientado al lado de casa hicieron que me picara el gusanillo con El Guardián Invisible. Desde entonces, no me canso de recomendar las historias de la inspectora Amaia Salazar.


Monasterio de Eduardo Halfon

Dos hermanos guatemaltecos que viajan a Israel para asistir a la boda judía de su hermana y apenas 126 páginas son suficientes para que Halfon nos hable de la vida y de la identidad, ese término tan abstracto de definir, y que tan fácil y bonito queda entre sus manos. A mí, en cambio, se me hace más difícil poner en palabras la magia que irradia en su simplicidad. Una historia que queda fuera de nuestra realidad y un escenario, que como en la novela de Giordano, solemos ver en la noticias pero que realmente nunca nos la enseñan.




Nosotros, los ahogados de Carsten Jensen

No sería verídico decir que Nosotros, los ahogados lo leí en el 2014. Lo cierto es que empecé en el 2010 y lo he ido leyendo por trozos hasta terminarlo el pasado verano. Es una de esas novelas antológicas que no entiendo cómo no se han escuchado más porque tiene alma de clásico. No es un libro de lectura fácil pero sí para disfrutar leyéndolo. Tiene párrafos de tal belleza que se te quedan grabados en la mente. Si Halfon hablaba de la vida en 126 páginas, Jensen utiliza algo más de 700 para contarnos la historia de un pueblo pesquero de Dinamarca, de sus gentes y de ese destino que tienen llamado mar. Y cómo no, de los ahogados que van cayendo en el camino.


Plomo en los bolsillos de Ander Izagirre

Izagirre llegó por primera vez a mis manos con su precioso Mi abuela y diez más que leí de una sentada. Pero tampoco le achaqué mayor mérito al hecho de que me gustara un libro sobre la Real (aunque luego leí las historias de Beti, beti, maite y me di cuenta que Izagirre había dejado el listón muy alto). Fue en verano, cuando salseando en una librería, encontré Plomo en los bolsillos. Pensé que tenía el tamaño perfecto para llevarlo en el bolso y que no me vendría mal leer algo que no fuera novela. Así empezó nuestra historia y terminó con una dosificación exhaustiva porque no quería que se me acabaran las páginas. Y por mucho que me gusten los deportes, que termine maravillada con un libro que habla sobre el Tour, tiene muchísimo mérito.


Saber Perder de David Trueba

David Trueba tiene que ser de esa clase de persona que enseguida cala a la gente. Sólo así se explicaría la riqueza que tienen sus personajes. Son ellos los que te importan, más aún que lo que les ocurre. Saber Perder es justo eso, una historia de perdedores, que hacen las cosas bien y las hacen mal, pero se les quiere igual.


Canciones de amor a quemarropa de Nickolas Butler

¿Os he contado alguna vez cuánto me gustó este libro? Qué graciosa soy a veces eh... Pues sí. Si tuviera que elegir sólo un libro de todo el año, sería éste. Igual que el año anterior fue Expiación de Ian McEwan. Y una vez más me doy cuenta que cuando un libro me ha gustado mucho, realmente tampoco sé decir por qué. Sólo os diré que me han entrado ganas de mudarme a un pueblito de Wisconsin y soy una persona que no tolera demasiado el frío. En serio, leedlo. Es una orden.


Tierra desacostumbrada de Jhumpa Lahiri

Ha sido la sorpresa inesperada, el segundo libro asignado en ese genial Club de Lectura que asisto desde octubre. El otro día, una amiga me decía que siempre elijo libros que hablan sobre amigos. Yo creo que mi gusto es algo más amplio y se extiende a los libros que hablan de personas en general. Me fascinan esos escritores que cuentan relaciones personales cotidianas como nunca se me habría ocurrido contar a mí. Me fascinan y los admiro. Y Jhumpa Lahiri ha sido el descubrimiento del año en ese sentido. Como Gavalda en su día, o Némirovsky. Porque igual que ellas, es capaz de ver detalles que los demás no percibimos, pero que siempre llegan a ser transcendentales.



Ahora ya sí, con los deberes hechos, vayamos a por las lecturas de 2015.


¡Feliz Año!