lunes, 29 de septiembre de 2014

Cambio de armario: Completado

El toro por los cuernos y el cambio de armario hecho. Con mucha pena en el corazón, mis queridos vestidos veraniegos ya están en las cajas que tengo debajo de mi cama esperando que llegue abril (o mayo) para que vuelva a disfrutar de ellos. De esas mismas cajas he sacado todas las prendas invernales que guardé hace seis meses y he llenado dos bolsas de basura grandes con los desperdicios que han ido surgiendo:

-Ropa veraniega que no me he puesto en toda la temporada.
-Ropa invernal que tenía guardada pero no me ha hecho ilusión sacarla de la caja.

El otro día me contaba mi amiga X que ella últimamente se hace una pregunta cada vez que tiene la duda de jubilar o no alguna prenda: ¿Me la compraría ahora?. Y sin duda esa es la clave. Que a ver para qué queremos tanta ropa que apenas nos ponemos. Ya lo advierten los profesionales en salud mental: un armario ordenado es una cabeza ordenada.


Aún y todo, siempre hay faltas y este momento es el idóneo para pensar con la cabeza fría lo que realmente se necesita para los meses de frío que nos vienen. En mi caso sería algo así:

-Un vestido negro liso.
-Una rebeca de lana gorda a poder ser en tonos tierra.
-Arsenal de medias negras tupidas.
-Un par de medias/leotardos grises oscuros (así por innovar a lo loco).
-Mi abrigo de entretiempo que no encuentro por ningún lado (hada madrina, paso de bailes y zapatos de cristal, pero he sido muy buena y ya eres mi única esperanza en este asunto).

Y listo. ¿No está mal, no?

Ahora sólo me queda jugar un poco a Diseña la moda pero con prendas de mi armario. Que si a ver qué tal queda esa falda algo veraniega con una sudadera por encima... que si a este vestido le damos un toque más informal con unas zapatillas... Más divertido de lo que parece y muy útil para cuando a las mañanas nos falte inspiración.



Que venga el frío ahora ya si quiere.


Besos!

domingo, 28 de septiembre de 2014

Disfrutando con la Fuerza

Hemos llegado a ese punto en la vida en el que el acto social importante del fin de semana ha pasado a ser la comida del domingo en vez de la cena (y la liada posterior) del sábado y lo peor de todo (por decirlo de alguna manera), es que a mis casi veintidiez, tampoco me importa. Otoño es lo más parecido a una meditación zen, los ritmos de vida se ralentizan hasta que al menos en mi caso, alcanzo una especie de hibernación psicosomática.

Así, me planté el viernes a la tarde sin ninguna cosa excitante que hacer hasta el domingo. Podría haber tirado de agenda para encontrar a alguien al que unirme en su fin de semana de desenfreno y descontrol, o podía ponerme a ver películas pastelosas con el All by myself de fondo... o simplemente podía planear algo diferente que no había hecho nunca y hacer que me acordara de ese fin de semana dentro de un año. Y al contrario de lo que estéis pensando, no me he tirado de un avión ni me pillé el primer tren con destino a París (recordad que el domingo tenía que estar de vuelta), lo único que hice fue comprar unas palomitas y prepararme para vez por primera vez las películas de Star Wars mientras empezaba a tejer mi super bufanda.

¿Menudo desenfreno, eh? Pues no sabéis cómo lo he disfrutado. ¿Cómo he podido vivir hasta ahora sin ser fan de la saga? Bueno, en dos días sólo he visto las tres primeras películas (las viejas, las que molan), para otro fin de semana del estilo me dejo las tres siguientes. No, en serio, que yo no pensaba que me iban a gustar tanto, que iban a ser tan divertidas y tan entretenidas... La verdad que no sé qué me esperaba, después de tanto tiempo igual nada en particular, pero estoy emocionada. Estoy por llenar mi habitación con fotos de Darth Vader, C-3PO, Chewbacca... y un póster a tamaño natural de Han Solo.


¿Y cuál es la moraleja del post? Pues lo de siempre, que depende de uno ver el vaso medio lleno o medio vacío, aburrirse como una ostra o pasar un finde memorable. A veces nos empeñamos en que necesitamos planes fuera de lo común pero en última instancia, todo depende de uno mismo.


Que la fuerza os acompañe.


Besos!

jueves, 25 de septiembre de 2014

Chas y aparece el otoño

Estoy con la sensación de que yo hace una semana estaba en verano. Hacía calor, brillaba el sol y podía salir de casa con una chanclas y apenas una rebequita. Hace apenas un mes escribía aquello de winter is coming... hablando de que ya tenía el chip cambiado y de que no me creía que viniera el buen tiempo otra vez... Pero vino, y se quedó. Dándonos una merecida prórroga hasta que el calendario le dejó. 23 de septiembre, clavado. Como si nos hubieran echado un conjuro. Y a mí me ha faltado cierta transición para hacerme a la idea.

Creo que ya no puedo atrasar más el cambio de armario, más que nada porque llevo un par de días pasando frío. En casa ya me he puesto el pijama largo, la sudadera y he rescatado unas zapatillas de casa sin estrenar del fondo de un armario que seguramente iban a ser para mi abuelo hace algunos años. Me quedan algo grandes pero así tienen más encanto. Me dejo de monadas de Oisho y mejor tener los pies calientes.

Por lo demás sigo buscando el abrigo perfecto, cuántas vueltas y cuánto estoy aburriendo al personal. Pensaba que en Massimo Dutti había encontrado el ideal, pero va a ser que tengo demasiada curva para un corte tan recto. Una pena. El corte, no mis curvas. Por lo que seguiremos buscando a ver si entre parkas clonadas aparece ese amor verdadero que ansío.

Mientras, seguiremos jugando con lo que hay en casa. Habrá que hacer el cambio de armario, más que nada para sacar todas las piezas con que cuento y evaluar las faltas. Dicen que es bueno tener algo que quieres estrenar para evitar la depresión otoñal, y por mucho que me guste el otoño supongo que tienen razón. Pero como yo estoy totalmente rehabilitada de mis compras compulsivas y de siempre querer algo nuevo en mi armario (creo que lo estoy demostrando con hechos...), lo mío va a ser hacerme con un arsenal de lana para empezar a tejer aquella bufanda infinita que os enseñaba hace un mes.

Y siempre nos quedará Pinterest para ilusionarnos...







Todos los collages son de la carpeta Armario de Marta Vazquez.

Viendo esto como que no hay tanta necesidad de transición.


Besos!

martes, 23 de septiembre de 2014

El Tour en recuerdos

A ver cómo consigo que realmente me hagáis caso a lo que digo en esta entrada y leáis el libro que os recomiendo.

Podría empezar a contaros cuales son mis propios recuerdos de Tour, y cómo no, aunque de una manera muy difusa tendría que hablar de Induráin. De aquellas tardes calurosas de verano cuando el mundo a mi alrededor se paralizaba delante de la televisión para ver lo que para mí era un señor encima de una bicicleta. Pero bueno, que ese señor no era cualquiera, y además navarro, un vecino, por lo que bien merecía la pena ponerme yo también a mirar a la pantalla aunque aquello me pareciera algo aburrido. Cuando Induráin ganó el primer Tour yo tenía 6 años. Supongo que mis recuerdos son más de los años posteriores pero aquel señor encima de una bicicleta, con el paso de los años, se convirtió en lo más parecido a un superhéroe que he conocido. Como si de repente Superman fuera navarro.

Una vez pasada la época dorada de los cinco Tours, en mi casa la cosa perdió algo de emoción. A mí un deporte no me interesa si no tengo especial predilección por que alguno de los participantes gane o pierda. Así, los años siguientes transcurrieron algo sosos (quitando aquella etapa en que Pantani le sacó 9 minutos a Ullrich, la manía que le tenía al alemán hizo que sintiera mucha simpatía por el italiano), hasta que irrumpió ese equipo naranja de mi tierra: Euskaltel-Euskadi. Y llegaron aquellos gloriosos días de Laiseka o Mayo, que al conquistar una etapa de Tour nos hacían sentir a todos que habíamos conquistado un pedacito de mundo, cual Asterix y Obelix contra todos los romanos... Aquellas cuestas empinadas de los Pirineos teñidas de naranja e Ikurriñas, me transmitían un sentimiento más patriótico que Braveheart. Siempre he pensado que los pequeños disfrutamos mucho más de las victorias por muy insignificantes que sean para otros.

Pero sobre todo el Tour me ha dado las mejores siestas de mi vida. Aquellas en las que el sonido de fondo de una etapa llana era la mejor de las músicas celestiales. Con resaca o sin ella, con demasiado calor y sin nada mejor que hacer... placer absoluto.

Ésta era mi relación con la prueba gala hasta que ha irrumpido Ander Izagirre con su Plomo en los bolsillos y ha ampliado mi galería de recuerdos. Porque ahora me acuerdo de aquellos inicios del Tour, en las que las jornadas eran aún más maratonianas y la carrera era algo parecido a búscate la vida encima de una bicicleta. Me acuerdo de un corredor bilbaino cojo llamado Vicente Blanco que iba en bici a todas las competiciones a las que participaba y con el Tour no hizo excepción. Me acuerdo de Bartali y Coppi, mis favoritos, de sus historias y de sus botellines. Me acuerdo de Merckx, de Ocaña, de Anquetil, de Poulidor, de Abdel Kader Zaaf, de Walkowiak, de Tom Simpson... hasta me acuerdo de cuando Delgado se perdió por las calles de Luxenburgo y salió tarde en la contrarreloj. Y mira que por aquel entonces yo apenas tenía 4 años. Me acuerdo de todo eso como si Izagirre hubiera hurgado en mi mente y hubiera hecho el proceso contrario al que hacían en Eternal Sunshine of the Spotless Mind.


Supongo que si no os gusta el Tour no me haréis ni caso si os digo que leáis el libro, que merece mucho la pena. Pero si yo hubiera utilizado la misma lógica no lo hubiera comprado y no habría leído todas esas historias que me han emocionado como la mayor de las historias románticas. Porque tal y como dice Jabois en la contraportada, este libro cuenta una historia de pasión, el amor por un deporte que Izagirre transmite hasta que lo haces tuyo. Y eso es bonito, muy bonito.



Besos!

jueves, 11 de septiembre de 2014

Se busca

Siempre me pasa lo mismo.Supongo que será al menos porque suelo saber lo quiero, pero a veces es un rollo.

Hace tiempo que decidí comprar las cosas que me gustaban de verdad, no conformarme con algo que podía pasar con un no está mal ya me lo pondré. Con este lema recorrí medio internet en busca de las zapatillas más bonitas del mundo que os enseñaba aquí y con ese lema me estoy volviendo loca buscando el abrigo de entretiempo perfecto.

Sé cual es el abrigo que quiero porque se lo vi a una chica en Londres el otoño pasado y se me quedó grabado en la mente. Era una chaqueta algo larga, azul marino, con este acolchado de toda la vida, pero con unos petachos marrones (creo que de tela estampada) en los hombros que le de daban un aire menos clásico... Me acuerdo hasta de la cara de chica (una especie de Vanessa Lorenzo con 15 años menos)... Y ya no sé cuantas veces me he arrepentido de no haberle preguntado algo así como "Excuse me, where is your jacket from?". Supongo que no me atreví porque en London me hacían repetir tres veces todo lo que decía, my american accent wasn't good enough for them... En fin, que no tengo ni idea de dónde se había sacado la chaqueta. Y lo que es peor, no encuentro una ni mínimamente parecida.


Lo que lleva este chico es lo más parecido que he encontrado. De alguna manera había que ilustrar el post.

Si estuve tres meses para pasarme una pantalla del Candy Crush (al final lo conseguí, eso es tesón), no voy a rendirme con esto a la primera de cambio.

Seguiré informando.


Besos!

miércoles, 10 de septiembre de 2014

...y sigo con Karmele

Hace un tiempo ya que os conté que empecé una metamorfosis corporal en el Centro de salud y estética avanzada Karmele. Allí me enseñaron la importancia de cuidarse por dentro y por fuera para lucir resplandeciente y sobre todo, que la dieta es un estado mental. ¿A qué me refiero con esto? Pues a que hoy en día todos sabemos lo que hay que comer y lo que no, y que al final es tu mente la que hace posible que te cuides o no. En una dieta estás o no estás. Porque estar pa' na' es tontería.

En Karmele me han enseñado la importancia de disfrutar cuidándome y de notar cómo me siento mejor cuando me alimento como es debido. Este estado mental es imprescindible cuando se emprende un largo viaje, porque yo no buscaba milagros, sino resultados duraderos.

Empecé en enero y llegué al verano con unos cuantos kilos menos, viéndome más guapa y utilizando vestidos que hace algunos años que no me ponía. Las chicas de Karmele son las culpables de que los leggins me quedaran flojos. Pero en verano tampoco me he amargado, digamos que hemos hecho una especie de stand by para mantenerme, un equilibrio entre cuidarme y no pasar amargada todo el verano. Al final me he dado cuenta cuántas veces comía helado por inercia y no porque realmente me apetecía.


La dieta nutricionista la hemos ayudado con tratamientos corporales. En mi caso tenía grasa dura y apenas líquidos retenidos por lo que la mayoría de los tratamientos fueron destinados a romper esa grasa a base de masajes para luego eliminarla mucho más fácil. Pero de un tiempo a esta parte me enchufan a una máquina totalmente diferente: el NEAS Topology System. Son unos especies de imanes que se colocan en pies, manos y nuca y que hacen que circule una energía por todo el cuerpo. No sé explicarlo mejor. La historia es que estas energías hacen que te sientas bien, relajada, positiva y de buen humor. Se puede utilizar para tratar dolores pero en mi caso es más para equilibrar el interior. Digamos que si tengo el páncreas equilibrado no me van a dar ataques de ansiedad, por lo que es más fácil seguir alimentándome como es debido. La explicación podría ser mucho más exhaustiva pero supongo que así se entiende. Lo que más me gusta del tratamiento es lo relajada que salgo, como en una nube.

Además de todo esto, os diría que lo que más me ayuda son las conversaciones que tengo con ellas. Ese "¿Qué tal vas? ¿Cómo lo llevas?" y poder desahogarte con todos tus miedos y dudas. En un proceso largo da tiempo para todo. También he leído algún libro que me han recomendado sobre cómo influyen las emociones y el estado mental en el sobrepeso... aunque esto ya os contaré otro día.

Pero aún no ha acabado mi camino. Con la llegada de septiembre toca darle duro otra vez, mentalizarme de que las cosas hay que hacerlas muy bien para ver los resultados. Empezamos operación bikini 2015.

Seguiré informando...



Besos!


P.D.: Aquí la web de Centro Karmele donde os podéis informar de todos los tratamientos de belleza y bienestar que realizan.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Verde obsesión

Yo me creé una cuenta en Pinterest para tener guardados y ordenaditos modelitos que me inspiraran en el día a día. Eso, y fichar mil cosas bonitas para sufrir sin poder tenerlas y alegrarme mucho el día que hiciera alguna mía.

Pero últimamente no hago más que pinear fotos de casas preciosamente decoradas en las que no me puedo inspirar porque mi habitación está hasta los topes requetedecorado, a un pelo de sobredecorarlo. Con lo que aún no he perdido la esperanza es en convertir la casa en una especie de selva amazónica todo llena de verde.

En su día ya hice un post pero es que mi obsesión no ha hecho más que incrementar y en mi Pinterest las plantas le han quitado todo el protagonismo a bolsos y vestidos varios. No sé muy bien por qué pero me dan paz, me tranquilizan, hacen que mi problemas sean menos problemas.



Tuve un profesor en la carrera al que le cogí mucha manía pero un día dijo una cosa muy coherente. Estábamos hablando de plantas y de la idea equívoca de que nos roban oxígeno para vivir, cuando él dijo de manera tajante "¿Acaso conocéis a alguien que se ha muerto mientras dormía porque tenía demasiadas plantas en su habitación?". Pues eso.



Besos!

lunes, 1 de septiembre de 2014

Estreses veraniegos literarios

Ay qué estrés de lecturas llevo este verano...

Estos meses se podrían resumir en una frase que soltó mi amiga X cuando yo estaba dando el coñazo un poco mientras todos los demás estaban entretenidos en sus lecturas: "A Maia lo que le pasa es que no está enganchada a su libro...".

Y así me pillo, con esa verdad como un puño, cuando normalmente suele ser al revés y suelo ser yo la que no levanta la cabeza de entre las páginas. Pero este año... me ha faltado eso. Esa ansia. Porque he seguido leyendo aunque con un placer mucho más pausado, a veces hasta por inercia, y muchas veces me ha tocado sentir envidia de lo que estaban disfrutando los demás.

Creo que Proyecto esposa es el único que leí del tirón, totalmente recomendable como lectura liviana, y eso fue en junio o algo así. Desde entonces he andado pululando entre libros buenísimos sin asentarme del todo en ninguno de ellos. Bella del Señor es una auténtica maravilla (gracias por presentarnos Miss Piquer) pero por algunos asuntos personales me amargaba demasiado su lectura y la he pospuesto hasta que mi salud mental esté un poco más asentada. La hoguera de las vanidades también, muy bien escrita pero voy por la mitad y aunque me da pena dejarlo siempre encuentro alguna otra cosa que me apetezca más. Con Una y otra vez no he llegado a esa quinta parte que tengo por ley antes de dejar un libro y las buenas críticas que tiene por ahí hace que me plantee a ver si voy a ser un bicho raro, pero es que por ahora no le encuentro gracia por ningún lado. ¿Tampoco será su momento? Yo ya no sé qué pensar. Plomo en los bolsillos sí me está encantado, es un libro precioso hasta si como yo lo más interesante del Tour te parezcan las siestas que te puedes echar con sus etapas de fondo. Ander Izagirre está consiguiendo que le idolatre hasta límites insospechados. Un día de estos me lo voy a cruzar por Donosti y me va a hacer más ilusión que si Fassbender me tocara el timbre de casa. Pero al contrario de los demás títulos voy despacio porque el cuerpo me pide disfrutar de cada historia que Izagirre me cuenta.


Y así llegué al fin de semana, con la frase de X retumbando en mi cabeza y teniendo que elegir libro para el fin de semana que iba a pasar con las amigas tirada a la orilla de una piscina.

Sopesé llevar La hoguera de las vanidades o Plomo en los bolsillos, pero el primero me daba pereza y con el segundo me daba pena malgastar sus páginas sin toda la atención que se merecen, por lo que tiré la casa por la ventana y metí un quinto libro en la mochila: Saber perder de David Trueba.

La elección fue totalmente acertada (la recomendación de Blanca también) porque las apenas 40 páginas que he leído entre partidas de mus, siestas a destiempo, perros ajenos y como siempre muchas risas, me ha atrapado por completo. Diría que junto a El amor en los tiempos del cólera, tiene uno de los inicios más bonitos que recuerdo. Os digo que me está gustando tanto, que esta vez el coñazo a mis amigos se lo di porque cada poco les leía trozos que me encantaban en alto. Con lo poco que voy no sé ni de qué va, pero os lo recomiendo.

Aunque como buena yonqui que soy, ya tengo nuevas necesidades fichadas y aunque hasta ahora los Blackie Books no habían conseguido atraparme del todo, he caído por partida doble.

Cosas que los nietos deberían saber es uno de esos libros que llevaba meses en la lista de espera sin encontrar su momento. Supongo que la nostalgia del otoño acechando ha hecho que la necesidad de leer lo escrito por Mark Olivier Everett (líder de Eels y una de mis voces favoritas) aumente de manera exponencial.


Las mismas necesidades me entraron cuando la semana pasada tuve entre manos Romanticidio. Lo encontré en uno de esos momentos que andaba mirando libros por mirar, porque os confesaré que yo a las librerías entro a relajarme, me hacen sentir bien, como si hubiera esperanza en cualquier problema que esté interfiriendo en mi paz interior, aunque realmente es un poco contraproducente en mi shopaholismo bibliotecario, pero a lo que iba, que me encontré con Romanticidio entre las manos y no sé ni cómo resistí a no comprarlo.


Derrocha esa ranciedad que a veces intento demostrar yo ante el amor, aunque luego todas caemos como moscas tontas y parece que la protagonista termina siendo más pastel que yo después de una maratón de los diarios (el de Bridget Jones y el de Noah especialmente), pero tiene pinta de que me va a hacer gracia.

En fin, a ver si en septiembre controlo mis gastos retomando mi libro de cuentas Kakebo (de Blackie Books también... estos me han pillado en un espiral de gastos-lecturas que no sé si voy a poder salir) porque los Blackie no tienen un precio como para comprarlos a lo loco.

Os mantendré informados.


Besos!


P.D.: Ya que el primer lunes del año suele ser durillo, aquí la voz de Mark Olivier para amansar un poco las fieras: