viernes, 30 de agosto de 2013

Confesando odios

Una de las cosas que más me molestan cuando estoy leyendo un libro es que algún protagonista que a priori me tiene que caer bien se me haga del todo insoportable y eso me está pasando con La verdad sobre el caso de Harry Quebert de Joël Dicker. Nola, la chica en torno a la que gira toda la trama me cae fatal y se me hace bastante poco creíble que se armara la que se armó por ella.


Aún y todo seguiré leyendo el libro, porque un poco de intriga ya tengo para saber qué pasó con Nola, pero eso de que es la mejor novela negra de los últimos años... dejadme que discrepe. 

Además empiezo a pensar a ver si voy a ser una mujer prototípica que juzga y odia más severamente a las personas de su mismo sexo, porque lo mismo me pasó con la Daisy de Gatsby. Por no hablar de la protagonista femenina (ya no me acuerdo de su nombre) de Contra el viento del norte y Cada siete olas, era como para darle un tortazo. 

En fin, que como dice mi padre, hay ojos que se enamoran de legañas. 


Besos!

miércoles, 28 de agosto de 2013

Esperando

Fue a mediados de julio cuando al ver el lookbook otoño-invierno de Asos me enamoré de este vestido para llevarlo a la boda que tengo en septiembre:



Desde entonces, cada día me he metido en las novedades de Asos a ver si estaba y cada día me he ido desesperando un poco más porque el 14 de septiembre se iba acercando y el vestido no aparecía por ningún lado. 

Hasta hoy. 

Aunque todavía no me lo creo, parece que la compra está confirmada y que mañana saldrá mi querido vestido del almacén para llegar a mis manos antes del 5 de septiembre. Y si ningún gran desastre lo impide lo luciré acompañado de unos zapatos y un bolso negro en el gran día de mi amiga M

Ahora el dilema está en la cabeza. Poco margen de maniobra tengo para elegir el color del tocado. 



Besos!

domingo, 25 de agosto de 2013

Finalizando el verano

Tengo la suerte de que con mis amigas siempre hay risas aseguradas.

Y si el fin de semana se pasa en un lugar idílico aún mejor.






Espero que también estéis finalizando el verano de la mejor manera posible.


Besos!


jueves, 22 de agosto de 2013

El vestido verde



"...Recorrió con una mano los poco centímetros de historia personal, la breve crónica de sus gustos. Allí estaban los vestidos modernos de su adolescencia, que ahora le parecían ridículos, mustios, asexuados, y aunque uno ostentaba manchas de vino y otro el agujero de una quemadura de su primer cigarrillo, no tenía valor para desprenderse de ellos. Allí estaba el vestido con el primer indicio tímido de relleno en los hombros, y había otros más afirmativos, musculosas hermanas mayores que se deshacían de los años juveniles, redescubrían talles y curvas y alargaban dobladillos con un desdén autosuficiente por las esperanzas de los hombres. Su adquisición más reciente y selecta, comprada para celebrar la conclusión de los exámenes finales, antes de conocer sus deprimentes notas, era un traje de fiesta verde oscuro cortado al bies, que ceñía la figura y descubría la espalda.

(...)

...Arrojó el vestido rosa encima del negro y, pisando desdeñosa las prendas en el suelo, cogió el vestido de fiesta, el verde sin espalda que había estrenado después de los exámenes. Mientras se lo ponía aprobó la caricia firme del corte al bies de la seda de la enagua, y se sintió grácilmente inexpugnable, escurridiza y segura; fue una sirena la que se alzó para recibirla en el espejo de cuerpo entero."

Expiación de Ian McEwan






¿Sería consciente McEwan mientras describía el vestido que se 
convertiría en uno de los más icónicos de la historia del cine?




Besos!


P.D.: El libro me ha encantado. Tanto como para recomendarlo encarecidamente y para colocarlo en mi TOP10 de lecturas favoritas. Puede que hasta en el TOP5.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Tocando las estrellas

Hoy estoy feliz, pletórica. Estoy romántica, pastelona y un poquito insoportable. Y todo porque ayer a la noche el pecho se me llenó de emoción. Y no, no tuve ninguna cita idílica, ni vi ninguna película almibarada, ni terminé de leer ninguna historia épica. Sólo estuve en un bar, acompañada de mi primo, viendo un partido de fútbol.

La pasión por el fútbol es una de las cosas más indescriptibles que me pasan. No sé por qué soy tan forofa, ni por qué me pongo tan histérica. Pero es lo que hay, así son las cosas.

Y el partido de ayer no era uno cualquiera. Ayer nos tocaba pelear contra los gigantes, de esos que llevan un balón estrellado en sus camisetas. Uno de esos partidos que se juegan a las 20:45, martes o miércoles, en la televisión pública y a los que nunca he hecho gran caso porque la cosa no iba con nosotros. Hasta ahora.

Pero lo que ayer me hizo sentir tan afortunada de disfrutar esos momentos no fue la victoria contra todo pronóstico, ni los dos go-la-zos que deberían dar la vuelta al mundo. Lo bonito de ayer fue que cuando miraba a la televisión veía a un grupo de amigos jugando con la pelota y haciéndolo a la altura de los mejores de Europa. Los mismos chavales que jugaban en el filial y con los que coincidía en la copistería comprando apuntes o en algún que otro jueves universitario. Los mismos que hace cuatro años estaban jugando en Segunda (ocho de los once que salieron ayer al terreno de juego).

Porque esta Real, mi Real, podría ser protagonista de cualquier americanada de esas en el que el equipo más humilde vuela tan alto como para tocar las estrellas. Y yo que siempre he sido muy peliculera, me emociono sintiéndome parte de ella. Viendo cómo asaltamos campos de fútbol, ganando a equipos imposibles, infundiendo respeto y admiración en los adversarios.

Seguramente a muchos no os interese demasiado el fútbol, pero tenía la necesidad de compartir esta alegría, de difundir a los cuatro vientos mi orgullo y mi satisfacción.

Orgullo txuri-urdin.

Besos!


P.D.: Os dejo los dos goles de ayer, que ni Spielberg se hubiera atrevido a fantasear tanto. Qué digo, ni Oliver y Benji.