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lunes, 5 de marzo de 2018

Sobre los Oscar de anoche

Ayer me quedé despierta hasta las seis de la mañana de hoy. Por mucho que llevara dos noches con el sueño cortado (ya se sabe que a estas edades como te desmelenes un poco al día siguiente lo pagas caro), me pareció que a mi yo de quince años se lo debía. Porque hubo una época de mi vida, que la noche de los Oscar me parecía una de las más transcendentales del año y a la mañana siguiente me despertaba antes de la hora prevista con una ilusión mayor que si hubieran venido los Reyes para conocer cuales habían sido los ganadores. Creo recordar que antes la gala sería un poco más tarde, porque hacía las 07:25, solía anunciar el directo por la radio cuál había sido la película ganadora y me encantaba esa sensación de simultaneidad con cambio horario incluido.

Siempre soñé con poder ver la gala en directo, pero en casa no teníamos Canal+ y esto de internet apenas existía por aquel entonces. Recuerdo que soñaba con que algún año coincidiera con Carnavales, porque entonces se daría el caso de que me podría quedar en casa de mi tía en Tolosa a dormir y alegar algún malestar descompasado para que ¡ups!, no salir de fiesta y pasarme la noche delante de la televisión. Porque sí, ellas sí tenían Canal+. 

Desde entonces, lunes de universidad o lunes trabajando, y no sé si alguna vez lo he comentado pero soy bastante mala persona cuando tengo sueño por lo que nunca me había permitido el gusto. Pero este año tocaba que el lunes tenía fiesta y que además había hecho los deberes viendo casi todas las películas por lo que tenía que hacerlo, igual que una vez pisé la ruta 66, tenía que ver la gala de los Oscar en directo por una vez en la vida.

Y digo una vez en la vida porque no creo que se repita. Tampoco es que me aburriera, de hecho se me hizo bastante amena entre la alfombra roja de People y la retransmisión de Movistal+ (quitando algún que otro comentario innecesario e inapropiado de estos últimos), pero será que se me chafó todo con la película ganadora porque qué sueño y qué mal cuerpo tengo hoy. 

Como he dicho, había hecho los deberes, tenía mis favoritas y entre todas se alzaba Three Billboards Outside Ebbing, Missouri. Por no hablar de que por muy bien que me caiga Guillermo del Toro, su hombre anfibio me aburrió tanto que me pasé al última hora en el cine mirando al reloj todo el rato. Si hubiera tenido al simpático de Guillermo al lado, hubiera sido la pesada del ¿cuánto falta? cada cinco minutos. Pero muy a mi pesar tenía la corazonada de que iba a ganar, tengo testigos.

Pero vayamos por partes, aunque tampoco es que tenga nada más que discutir sobre el resto de los premios. Con los técnicos no me meto porque sinceramente, poca idea puedo tener si el sonido de Dunkirk estaba bien mezclado o no. Sólo diré que lo mejor de Blade Runner 2049 me pareció su fotografía por lo que estoy encantada de que Roger Deakins se llevara el premio. Y teniendo en cuenta que Coco me parece la mejor película del año, daba por sentado que ganaría en las dos que optaba por lo que casi ni aplaudí al escuchar los nombres. 

También estoy encantada con las cuatro interpretaciones, con cierta pena de que la Tonya Harding de Margot Robbie hay tenido que coincidir con ese portento de Mildred Hayes de Frances McDormand, porque si no, me hubiera hecho ilusión que el trabajazo de Robbie se hubiera visto reconocido. ¿Qué Gary Oldman nunca había ganado un Oscar? Así es, por lo que todo correcto, que Daniel Day Lewis ya se llevo uno inmerecido por Lincoln el año que competía con Joaquin Phoenix por The Master (puede que esta fuera la mayor indignación que tenía hasta ahora) y me pondré condescendiente diciendo que Timothée Chalamet tiene años por delante para hacerse con uno. Ante los dos premios de interpretaciones secundarias, solo me queda quitarme el sombrero, levantarme y aplaudir.


El año pasado el susto fue tremendo cuando La La Land no se hizo con la estatuilla a la Mejor Película. Amo La La Land de una manera sobre humana, pero hubo una parte de mí que se alegró de que premiaran Moonlight y todo lo que ello conllevaba, por mucho que La La Land me pareciera una película mucho más redonda e inolvidable. Pero este año no lo entiendo y cuanto más tiempo pasa, más me estoy indignando. La Forma del Agua me parece tan poco original, tan vista, tan previsible y tan ñoña (y lo dice la reina pastelera), que hasta su preciosa estética en tonos verdes (tan Amelie, por cierto), queda totalmente deslucida. Y por el contrario, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri me perece que consigue cosas tan difíciles como enseñarnos todos los matices que puede haber entre el bien y el mal o hacernos reír con un cúmulo de desgracias en el hilo narrativo y sin caer en la desfachatez, que me parece una película tan necesaria como admirable. Pero supongo que será cuestión de gustos y que al que no lo ve, no lo convenceré yo. 

Pero dejando el cabreo de lado, diré que me encantó el vestido de Nichole Kidman, el traje de Armie Hammer y James Ivory y su camisa, que me enamoré una vez más de Jane Fonda y Helen Mirren (en serio, ¿cuál es número de Lucifer para envejecer así?), que he visto el speech de Frances McDormand como cinco veces y que he llorado en todas, que a Jimmy Kimmel le damos un notable y que qué maravilla de parejas las formadas por Maya Rudolph y Paul Thomas Anderson y Phoebe Waller-Bridge y Martin McDonagh. 


Y sobre todo diré que realmente parece que las cosas están cambiando, que parece que estamos avanzando hacia una sociedad más reivindicativa, más igualitaria y más inclusiva, y que a mí todo esto me emociona mucho

Por cierto, el jueves, 8 de marzo, nosotras paramos

domingo, 19 de noviembre de 2017

¿Puedo empezar ya a ver películas navideñas?

Por qué negarlo, serán los días más cortos, esas horas de oscuridad de más que hay que rellenar de alguna manera, pero cada año por esta época, siento ansias vivas de darme plenamente al moñerismo. Porque en contra de algunas creencias, tampoco lo hago tanto el resto del año. 

Pongo como ejemplo que me decepcionó bastante, romanticamente hablando, y contra pronóstico, el idolatrado San Junipero de Black Mirror. Será que soy algo clásica respecto al tempo, pero en cuanto a enamoramientos, me va más el roce que el flechazo. 

Cierta nostalgia invade mi cuerpo ahora que empiezo a rememorar el año, archivando mentalmente aquellos momentos que se han ganado un hueco en mi memoria. Y quizá por ir asentando esas nuevas experiencias, tiendo a repetir ficciones año tras año, regocijándome en el gusto de ver historias de las que ya conozco el final. 

Navideñas es un decir, o mejor dicho, las vuelvo yo. Será un mecanismo de defensa para que no se me enfríe el corazón tanto como los pies. 

Así, empezaré calentando motores con Wall-E, que siempre queda bien y no denigra mi estatus intelectual. Quizá seguiré con Frozen, un clásico de nuestros días al que aún no se idolatra lo suficiente. Compensaré un poco con Monstruos S.A., pocas películas me devuelven tanto a la infancia, aunque la viera por primera vez ya entrada en la veintena. Es buen sustituto para Cenicienta y Merlín el encantador, casi imposibles encontrarlas ya en su doblaje original. Y aquí, o consumimos mandanga de la buena, o nada.


Nunca pueden faltar Mientras dormías, favoritísima entre todas con esa mirada de Bill Pullman creando expectativas, y El diario de Bridget Jones, con sus frases para la historia y su banda sonora para enmarcar. Añadiré Love Actually, más por la presión social que por preferencia personal, nunca está de más cierta dosis extra de Colin Firth haciendo las mil y una versiones de Darcy. Subiré el listón con El Apartamento para bajarlo estrepitosamente luego con la sobredosis de Hallmark que me ofrecerá y aceptaré en Netflix y redondearemos todo con Beautiful Girls. Siempre es un placer volver a donde los amigos de toda la vida. 

No puedo prometer que esto será todo, lo dicho, me suele dar bastante fuerte. Por de pronto, el otro día mi chica de la habitación de al lado, me instó a que no me perdiera el capítulo 14x07 de Anatomía de Grey y aunque hace algún tiempo que lo dejé, siguiendo su "cualquiera que haya sido fan debería de verlo" lo vi. Me entró tal nostalgia que fui directa al 1x01 con una bolsa de Risketos como acompañamiento. Ni qué decir que detrás vinieron el 1x02 y el 1x03, y estoy deseando terminar de escribir para ver el siguiente. Todo pinta que también pasaré las Navidades en el Seattle Grace.

Pero, ¿puedo empezar ya? ¿O debería esperar hasta el maratón anual de Acción de Gracias con Friends?

domingo, 1 de octubre de 2017

Un puñado de cosas bonitas

Con el día tan gris que se nos ha puesto por delante, aquí van un puñado de cosas bonitas:

1.- Un jersey bien gordo que me acompañe cuando llegue el frío.
2.- Pendientes bonitos, vuelvo a sacar a la folclórica que hay en mí.
3.- Elegir motivos para las manualidades otoñales. 

4.- Han vuelto Fonda y Redford, juntos. Están en Netflix pero primero lee el libro de Nosotros en la noche de Kent Haruf, es tan bonito que luego disfrutarás el doble con la película.
5.- Flores hasta en la piel. 
6.- Cualquier foto con pinos y niebla, pocas debilidades tan grandes.
7.- Los domingos son para leer sin mirar al reloj.

8.- Plantas everywhere, eso siempre.
9.- Un bolso espectacular de terciopelo. Por si alguien me lo quiere regalar.
10. Ashley Graham. Esta mujer y su Instagram me tienen abducida.



P.D.: Sobre todas las cosas feas que están pasando hoy, sólo diré que la violencia nunca está justificada, y mucho menos contra la gente que no la está ejerciendo. A partir de ahí, que cada uno piense lo que quiera pero hablar siempre será la solución.

domingo, 18 de junio de 2017

Darcy, siempre Darcy

Hace unas semanas iba haciendo tiempo por el Fnac y mis ojos se encontraron con un slogan que era carnaza para mí: “Cuando ‘Orgullo y Prejuicio’ se junta con ‘Sexo en Nueva York’”. Ya me tenían atrapada. El libro en cuestión se llamaba Sin Compromiso y era una versión del siglo XXI de la icónica novela de Jane Austen. La contraportada prometía: Lizzy y Jane, la primera periodista y la segunda instructora de yoga, vuelven a su Cincinnati natal porque han operado a su padre, Mary está con su tercer máster, y Kitty y Lydia están enganchadas al crossfit y a la paleodieta. Por ahí aparecían también Bingley y Darcy, médicos muy amigos desde la facultad que trabajaban en un hospital con el padre de Charlotte Lucas. El planteamiento me hacía mucha gracia. No sabía si la escritora, Curtis Sittenfield, me parecía lo peor por ir a lo fácil para escribir un libro, o si me parecía una valiente por atreverse a ello.

Como tengo una pila de libros en mi espera, me resistí a comprarlo pero quedó merodeando en mi cabeza. Sólo tardé un par de horas, en un ratillo libre que tuve en la tienda, en meterme en la web de la biblioteca y buscar sin mucha esperanza. Pero ojo, ahí me sorprendieron, no sólo la tenían sino que estaba disponible. La encargué, junto con un libro de David Foster Wallace para compensar.

Me ventilé las alrededor de 500 páginas en apenas unos días. Unas partes se me hicieron muy agradables, incluso divertidas. Otras en cambio, no había por dónde cogerlas, sobre todo la parte final como bien me vaticinó Lara. Pero por mucha sensación de “esto yo lo hubiera escrito mejor” que tuve, lo cierto es que lo disfruté, mucho. Disfruté como lo hice con Lost in Austen, con la bollywoodiense Bodas y Prejuicios o como lo hago cada vez que veo Bridget Jones. Por no hablar de la magnífica adaptación que hizo Joe Wright (lo siento BBC, es mi preferida, podría hacer un post entero desmenuzando cada preciosa escena y cada rayo de luz, porque qué luz). Ahí estábamos el día del estreno y creo que voy por el segundo DVD, el primero se me rayó de tanto usarlo.


Pensándolo bien, puede que sea la novela más universalmente adorada. Y la clave está clara: Jane Austen fue capaz de idear a Mr. Darcy y la tensión sexual con Elizabeth. Podemos seguir echándole la culpa a Disney, pero nadie más nos ha hecho fantasear con el hombre ideal que Austen. Ella es la culpable de que si un tío no nos hace caso, nosotras pensemos eso de “ya pero en el fondo le gusto”, y seguro que una tarde de lluvia de estos, aparecerá en mi portal y me dirá que aunque hay ciertos aspectos ridículos en mí, no puede dejar de sentir un amor infinito. ¿Y esa química que destila con Lizzy? Austen fue una genia, ni Richard Gere y Julia Roberts.


Y así seguimos, más de 200 años después, suspirando cada vez que escuchamos el nombre de Fitzwillian. Ya puede tener la cara de Colin Firth, de Matthew MacFadyen o ese que últimamente ha salido en Anatomía de Grey. Austen creó la mayor carnaza posible para cualquiera que tenga un ápice de romanticismo en su interior. Por eso, claro que disfruté leyendo ‘Sin Compromiso’, salía Darcy y a cada página estuve ojo avizor para enamorarme de cada gesto que hacía. 

Aunque os voy a decir más, ojalá las que nos vengan por detrás también sigan suspirando por personajes como Darcy o Mr. Rochester, y no por tontodelculos como Grey. De hecho, puede que parte de mi aportación a la sociedad sea regalarle un pack de Orgullo y Prejuicio y Jane Eyre a cada adolescente ávida de romance que me cruce. 

Por cierto, no les privéis de Disney a vuestros descendientes. Si son un poco avispados, La Cenicienta les enseñará que en esta vida llegas lejos siendo amable y paciente, en El Rey León verán que los amigos más variopintos son muchas veces los que no te dejan de lado, Merlín El Encantador les mostrará que muchas veces, la inteligencia gana cualquier batalla y con La Sirenita... con La Sirenita no sacarán nada en claro pero las canciones y la gaviota son lo más. Ah, y Mulán, Mulán se la tienen que aprender de memoria. 



Maddalen

domingo, 5 de febrero de 2017

Mi batalla perfumada contra los Goya

Me gusta el cine. Me maravilla. Pocas cosas me han hecho tanta ilusión en mi vida que cuando mi padre me dijo que me dejaba ya hacerme socia del videoclub.

Me gustan las galas en los que se premia el cine. Me gustan los vestidos, las quinielas, llorar con los discursos y sobre todo me gusta que sirvan para que a la gente le pique la curiosidad y quiera vez más cine.

La piratería es una putada fastidio. Es injusto que algunos disfrutemos del trabajo de otros gratis. Pero también creo que la industria no ha espabilado lo suficiente o no ha querido, porque muchas veces lo fácil es hacer un barco de Chanquete y no querer comerse la cabeza para evolucionar y buscar nuevas vías. Hace años que podrían estar funcionando videoclubs digitales de una manera más masiva (porque sé que los hay y que los había, pero ha tenido que venir Netflix para que todos sean facilidades para el usuario) y se eligió el camino de desprestigiar al consumidor y de llamarlo delincuente mientras las entradas del cine no hacían más que subir.

Culpa del Gobierno, lo sé.


Hace un par de años, me empezó a hervir la sangre cuando en la gala de los Goya, a Antonio Resines, en su discurso como presidente de la Academia, se le llenó la boca criticando la piratería (en pleno 2015 seguíamos en el barco de Chanquete) mientras su principal patrocinador era una empresa de perfumes de imitación. Para que se entienda bien: una empresa que coge el trabajo artístico de otra, la copia y la vende a un precio mucho más barato. No gratis, pero casi. Y mira que yo no soy muy de perfumes comerciales pero eso no se hace.

En 2016 el patrocinio continuó y en este 2017, aunque la empresa imitadora esté condenada por plagio, aunque haya habido grandes marcas que se han desvinculado de la gala ejerciendo así cierta presión social, la marca de perfumes de imitación ha seguido siendo la principal patrocinadora de la gala de los premios de la Academia de Cine.

Y a mí, me sigue sin entrar en la cabeza cómo una institución que ha hecho de los derechos de autor su mayor guerra, pueda hacer algo así. Sólo me queda pensar que aquí arte sólo nos parece lo nuestro, que lo del vecino no es creatividad, que ahí no hay horas de trabajo ni sueldos que pagar.

Cosas que le pasan a una por la cabeza al tener una perfumería.

En fin, que aquí cierro esta batalla, como decía el otro día mi querida Blanca en Twitter. Espero, que en 2018 ya no haya esta guerra y que mi conciencia me dejé tranquilamente comentar vestidos y ganadores.

Por cierto, cómo iba de guapa la Dolera y qué ilusión me hizo todo lo que se llevó Raúl Arévalo.

Nos leemos.

jueves, 7 de julio de 2016

Cosas de julio

Al lío:


Falda de tul

Oh sí, por fin voy a cumplir mi sueño e iré con una de esas voluminosas (siete capas, ahí es nada) faldas de tul a la boda de mi amiga I. Con tanta boda informal, jardinera, a una se le olvida el dress-code y termina dejándolo todo para el último momento. Por lo que si Aliexpress no tarda demasiado, me veré cual Carrie Bradshaw por las montañas navarras.



Vestido de lunares

Vuelve el verano y vuelvo a obsesionarme por este vestido de Sienna Miller. Ya no sé ni cuantos años llevo a la búsqueda del vestido de lunares perfecto, ¿es que no registras mis búsquedas, Asos? En fin, que parece ser que este año tampoco será, pero prometo no bajar la guardia.



Ombre Bob

Me lo apunto como nombre artístico si alguna vez empiezo la carrera en solitario de algo. Pero por ahora sigue siendo mi "ser o no ser". Allí lancé por octubre a decolorarme un poco la melena, esa clase de crisis que te da cuando te descubres la primera cana, y ahora estoy a punto de repetir faena. ¿Mi musa? Sólo podía ser alguien con las cejas tan negras como yo.



Team Marvel

Le estamos dando muy fuerte en casa estos últimos días. Han caído ya X-Men: Apocalipsis, Captain America: Civil War y Ant-Man. Y sí, las tenía todas vistas pero ¿acaso importa? Marvel está acertando de pleno eligiendo a quién deja hacer una película con sus personajes.


Pero llegan ya...

Así, por de pronto, tres títulos que apetece mucho ver por diferentes razones: La leyenda de Tarzán, Jason Bourne (!!!) y el Escuadrón Suicida (última oportunidad para DC Comics).



Beigbeder

¿Qué había hecho yo con mi vida sin leer a este señor hasta ahora? En fin, que me ha encantado su El amor dura tres años, me he reído y me he emocionado, mucho, y ahora estoy haciendo tiempo para no darme un atracón con todo lo que ha publicado e ir poco a poco disfrutando cada bocado.


Pero sigo buscando...

Lecturas. Estoy en una pequeña crisis literaria parecida a no tengo nada que ponerme en el armario. Pero con libros y en la mesilla. Tú no eres como otras madres me está gustando mucho, pero voy lento, y en mi pila de libros pendientes hay muchos que quiero leer pero ahora mismo no me apasionan. Por lo que se aceptan recomendaciones.


Lou y Will

Sí, soy de esas que cayó rendida a Yo antes de ti, y diré que fui bastante indie porque lo leí antes de que se volviera el fenómeno que fue, porque llevaba unos años siguiendo la estela de Jojo Moyes. Y ahora está en los cines y me debato en el querer ver la película y no, porque sé que me va a gustar pero también sé que me va a dejar trastocada. A todo esto, en Hunky Dory Laboratory tenemos ese perfume que Will le asigna a Lou, fue el final perfecto cuando lo leí y pensé que no podía acertado más con la elección.



Qué bonita piel tienes

Pues sí, pero me la cuido mucho. Y ahora llevo un tiempo yonqui perdido con la Miracle Cleanser de Aurelia. ¿Qué no la conocéis? Pues en la tienda la estamos vendiendo como churros, porque simplemente es lo más.


Atardeceres

Ahí ando colecciona que te colecciona. Este verano es el primero que pasa viviendo junto al mar y me prometí a mí misma que disfrutaría todos los que pudiera. Y así ando, los podéis ver en mi Instagram y en el de @hunkydorylab.



Me da que este verano va a dar mucho de sí...


martes, 17 de mayo de 2016

Febrero, marzo, abril, mayo...

Long, long time ago, I can still remember... es el inicio de una de mis canciones favoritas pero podría ser la introducción a este post que tanto ha tardado en llegar. Podría contar las excusas de siempre o podría decir que simplemente no me apetecía asomarme a esta ventana. No sé, quizá trabaje demasiado (gracias a los clientes de Hunky Dory Laboratory), quizá me haya vuelto más perezosa... realmente no importa. Por lo que he decidido romper la inercia con un post rapidito, con todas las cosas bonitas que han estado pululando por mi mente los últimos meses.

-The Good Wife, ese gran adios, a esa gran mujer, a esos grandes personajes y a esos maravillosos guiones. Se dice que ya está confirmado un spin-off de Diane Lockhart, si alguien puede seguir estando a la altura es ella.

-Cortinas estampadas con hojas de palmeras con una tela que compré online en una tienda que no sé ni cómo encontré. Al final, le he dicho a una amiga que me las cosa, porque a este ritmo, se me terminaba el verano y yo sin estampado tropical.


-Glitter en mis pies en forma de Birkenstock. Me lancé a por ellas y ya las he estrenado, se sigue confirmando mi teoría de que cuando algo te gusta mucho mucho, siempre te los pones mucho mucho también.

-Libros, cómo no. La Hondonada de Jhumpa Lahiri y El bar de las grandes esperanzas de J.R. Moehringer. De esas historias que se han quedado conmigo.

-No está bien que tenga favoritismos entre mis niños pero Douro de Penhaligon's, esa fragancia cítrica, seca y refrescante, que me alivia hasta los dolores de cabeza.

-Esta falda. En serio, está hecha para mí.


-Capitan America: Civil War (terminé la película muy muy arriba), El puente de los espías (soy cero de Spielberg+Hanks pero cosas que pasan), Locke... y algún título más. He vuelto a ver películas como antaño, como cuando iba al videoclub, eligiéndolas por cartel y sinopsis. Nada de pasar una hora sopesando pros y contras de 100 opciones diferentes para que luego la elegida no supere las expectativas.

-El producto estrella de la temporada: la Miracle Cleanser de Aurelia. Crea adicción. Sin más.


No prometeré volver pronto porque no sé, puede que no, o puede que mañana.

Un abrazo.

domingo, 10 de enero de 2016

Baila para mí, Johnny

Estás viendo una película, de repente suena una canción y tú piensas quién habrá sido esa mente brillante que decidió que sonaría esa melodía en ese momento justo. A veces me preguntaré si no valoro más esos momentos musicales que los metrajes en sí. ¿Me gustaría tanto Pequeñas mentiras sin importancia si no tuviera ese plantel de canciones? Seguramente no. Porque no me emocionaría con el Fistful of Love de Antony and the Johnsons ni lloraría cuando Nina Simone versiona My Way. De la misma manera que siempre me parece juego sucio utilizar canciones de Bowie en las películas. Una película siempre parece mejor cuando está sonando Bowie.

El otro día en la tienda, pusimos la banda sonora de Dirty Dancing y a cada canción, comentábamos cuál era el momento exacto en el que suena. Como para olvidar qué baila Patrick Swayze en cada momento. En esa película no sé si son las canciones las que revalorizan los momentos o los momentos los que hacen que las canciones se nos graben en la mente. Por eso hoy, cuando estaba viendo Operación U.N.C.L.E. y ha empezado a sonar cierta canción en el momento que la maravillosa Alicia Vikander se ha puesto a hacer travesuras para rabiar un poco al serio Armie Hammer, mi mente ha volado hasta el torso de Johnny Castle, he vuelto a sentir envidia de Baby y he visto a Vikander y Hammer destilando sensualidad por todos los costados.

Porque quién necesita You can leave your hat on cuando tiene Cry to me.




Feliz semana.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Perdida entre árboles

Este año estoy viviendo el otoño obsesionada más que nunca con los colores de los árboles. Me quedo mucho tiempo mirándolos, como si no que quisiera perder ningún detalle de la evolución de sus colores, como si quisiera grabarlo en mi mente porque si me despisto me voy a perder el espectáculo.

Creo que todo empezó cuando empezamos a montar la tienda online, a cada fragancia le asignamos una foto inspiradora y yo me vine arriba con las amaderadas. Árboles, montañas y niebla, un trío el que me apetecería perder, y unas fotos con las que empapelaría mi casa. 


Vía Pinterest


No sé si alguna vez os he comentado que a veces veo películas dependiendo en sitio donde estén localizadas, así que el otro día tocó Your sister's sister: chica le dice a amigo algo depresivo que vaya a la cabaña que tiene su padre en la orilla de un lago, amigo le hace caso y al llegar a la cabaña se encuentra a la hermana de la chica, también un poco depresiva porque lo ha dejado con la novia. No os voy a contar más pero hay algo de lío y se pasan toda la película paseando por esos parajes para meditar bien sus acciones.




Y mientras veía la película, yo no podía dejar de pensar lo mucho que me gustarían unas vacaciones así. Dos semanas, en una cabaña, a la orilla de un lago, entre árboles, niebla y con el mínimo número de ruidos extraños. ¿Algún día lo haré? Puede. Pero tendré que poner mucho de mi parte para hacer un viaje así para no hacer nada.

¿Quién paga dinero hoy en día para no hacer nada?

¡Besos!

domingo, 9 de agosto de 2015

Evaluando el rumbo

Qué edad más tonta esto de los 30.

Ayer, lo que otros años hubiera sido la planificación de una fiesta antológica, no eran más que peros y mínimo esfuerzo. De repente, un día te encuentras en medio de una verbena que te han arrebatado, porque hay canciones que todo el mundo parece saberse pero que tú crees no haber oído nunca. Sólo algunos greatest hits rememorando los 90 te hacen darlo todo por unos minutos.

Todavía ando descolocada en esto de la madurez, como si me estuviera tocado vivir una edad que no es la mía. O mejor dicho, como si me estuviera tocando vivir una edad en la que no sé si estoy actuando correctamente, con la misma sensación que tendría si me llevaran a una fiesta Austeniana. Puede que sea cosa mía, pero tengo la sensación de que últimamente la gente de mi alrededor está evaluando este primer tercio (vamos a ser generosos) que hemos vivido. Poniéndole nota a lo vivido y disfrutado hasta ahora, y planteando seriamente si esto era a lo que queríamos llegar o si nos hemos quedado cortos.

Por mi parte, lo del negocio propio ha sido un regalo sorpresa que me ha cambiado la vida, y a él le debo no sentirme tan perdida y descolocada en este batiburrillo de evaluaciones y calificaciones.

Esta semana terminé de leer Algún día este dolor te será útil de Peter Cameron, una novela que cuenta los pensamientos de un chico en su último verano preuniversitario y sin más remedio, yo me he visto de vuelta en 2003, y he viajado mentalmente por estos 12 años de manera aleatoria convenciéndome de que la vida esta llena de sorpresas. Que con las malas hay que tirar para adelante y que de la buenas hay que disfrutar con ganas y reticencia.

Así me pilló la película que vi el jueves, Before we go, con Chris Evans delante y detrás de las cámaras. Será que con la guardia bajada y en este bucle nostálgico infinito he perdido algo de perspectiva, pero me gustó mucho. Se me hizo una especie de Nick and Norah's infinite playlist para treintañeros y me sorprendió la delicadeza, sobre todo visual, que demuestra Evans para contar historias. Creo que se ha ganado un puesto en el top 3 de Actores que no pensaba que serían capaces de dirigir tan bien junto a Josh Radnor y Ben Affleck. Más aún después de que Joseph Gordon-Levitt demostrara con Don Jon que tampoco es tan fácil hacerlo.


Lo que sí es cierto es que no volvería a los 18. Por mucho que me entre cierta nostalgia de las verbenas y las interminables noches vividas, yo, conmigo misma, estoy mucho mejor ahora. Puede que por ahora, la solución sea seguir reviviendo aquellas noches entre anécdotas e risas, igual que nos apetece ver una y otra vez esa película que tanto nos gusta.


¡Besos!


martes, 31 de marzo de 2015

Mi cabeza estos días

Es difícil escribir cuando sólo tienes una cosa en la cabeza y esa cosa la quieres mantener en secreto al menos unas semanas más. Bueno, quien dice en secreto dice sin publicarlo a los cuatro vientos pero sí.

Por lo que me cuesta escribir. Me cuesta encontrar temas que os puedan interesar, aunque luego me pongo a pensar un rato y ¿qué es este blog si no un cúmulo de ideas tontas que se me ocurren?

Ayer en Kafe Botanika vía mi Instagram

Estos días he leído La trama nupcial y mira que me lo habían dicho pero qué bonito. Cada día miro por la ventana y saco el brazo para saber si la primavera realmente ha llegado, porque tengo unas ganas tremendas de cambiar de armario y aún no me atrevo. Eso del Capsule Wardrobe no se hizo para estas tierras del norte. Aunque es cierto que llevo casi tres meses sin comprar nada de ropa y valorando lo que tengo. Eso sí, tengo de camino las zapatillas más bonitas del mundo, que al final me di el capricho cumpleañero adelantado y me customicé unas a mi gusto en la página de Nike.

El otro día vi Moneyball y me di cuenta que yo hago algo parecido para jugar al Comunio, no me va mal, he llegado al descanso liguero como lideresa, a ver si duro. Aunque también me fijé en lo guapo que seguía estando Brad Pitt en 2011 y en todos los años que han pasado desde que a los doce me compré una biografía suya por 595 pesetas, un desembolso muy desorbitado para aquel entonces.

Y tampoco puedo parar de escuchar la canción que le canta su hija y sentirme otra vez aquella niña de doce años que volvió a casa emocionada con su libro.


Pero bueno, que pronto cumplo 30 y lo cierto es que me siento bastante privilegiada en este momento. Lo dicho, ya lo publicaré a los cuatro vientos.


¡Besos!




P.D.: Y si queréis más...

...de cuando hablé sobre libros malos y buenos.
...de cuando me indigné con los "te quiero"s baratos.
...de cuando en enero también me puse a ordenar mis ideas.

jueves, 19 de marzo de 2015

Libros, películas y kleenex

El trancazo me ha pillado de puente, y yo pienso, oye ni tan mal. Que lo de tener la nariz como un pimiento y sus aletas brillantes de tanto untar vaselina para que no se irriten, es aún más duro cuando te toca el despertador a las siete de la mañana. Pero durmiendo hasta cuando se desee y de ahí migrando al sofá para pasar el día entre libros, películas y cientos de kleenex, es un plan bastante aceptable. Será que no me llega el suficiente oxígeno a la cabeza, pero estoy hasta animada.

Para la ocasión, tengo como acompañante el último libro de María Dueñas, que aunque Misión Olvido no fue el bombazo de El tiempo entre costuras, a mí me gustó porque recuerdo haberlo disfrutado leyendo. Literalmente, recuerdo de una tarde que pasé entera leyendo el libro durante horas, sin ganas de querer hacer algo más. No es el hecho de engancharme, es más la sensación de estar a gusto en compañía de sus personajes. Y eso, pocos escritores lo consiguen, por muy buenos que sean y tengan otras virtudes.


También espero ver alguna película, o hacerme alguna maratón de The Good Wife. Aunque tengo la idea que el fin de semana pasado las terminé todas. Nightcrawer, Into the Woods, Divergent y St. Vincent, cada una de su madre y de su padre, y por alguna alineación de las estrellas, me gustaron todas bastante. Pero si tengo que destacar algo de todas ellas es el niño que aparece en St. Vincent, pocas veces he visto algo tan adorable y después de hacer tanta práctica de magisterio con niños de entre 6 y 12, no soy tan fácilmente impresionable. Jaeden Lieberher se llama y le come la pantalla al mismísimo Billy Murray. Por lo demás, Meryl Streep alcanzando copas de perfección de el papel de bruja, yo crearía un Oscar especial para ella cada año, aunque a este paso lo fácil va a ser volverse hater de lo buena que es, pero no, a mí nunca se me olvidará que en mi vida le he aplaudido tanto a nadie. Divergent me pareció más entretenida que Los juegos del habre y eso que Miles Teller no tiene el protagonismo que me gustaría, pero me entretuvo la tarde. Y Jake Gyllenhaal alcanza unas cotas creepies en Nightcrawler que mejor lo veáis vosotros mismos. Eso sí, llevo la semana andando por la calle con una seguridad diferente mientras el prólogo de Into the Woods suena en mi mente.

Por lo que después del pleno al cuatro del fin de semana pasado, tampoco le voy a pedir demasiado a éste en el aspecto cinéfilo, pero algo caerá.

Así puestos, os dejo que me he dado cuenta que no sé si tengo suficiente arsenal de pañuelos de papel y habrá que encontrar algo abierto para llenar la despensa.


¡Besos!




P.D.: Y si queréis más...

...de cuando os conté qué libros leídos en 2014 me gustaron más.
...de cuando pronostiqué que Birdman se merecía todos los Oscar del mundo.
...de cuando organicé una maratón de películas en blanco y negro para esos que no les gustan las películas en blanco y negro.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Bluebell y las cejas de Lily Collins

Hart of Dixie es una tontainada de serie que perdió todo tipo de sentido hace ya unas cuantas temporadas. Si es que alguna vez lo tuvo. Pero Bluebell, el pueblo donde pasan todos giros de guión sin sentido, es bonito, precioso, y nunca me aburriré de ir allí.


Esta última temporada apenas veo series, las tengo todas aparcadas, hasta The Good Wife con la que me di un auténtico atracón hace un par de meses cuando la descubrí. Con mil ideas que me van rondando por la cabeza a una velocidad demasiado vertiginosa, me parece que todas me hacen pensar demasiado, me cansa ponerme a verlas. Todas menos Hart of Dixie, claro está, que desde que no cuenta nada mínimamente bien hilado, tengo más tiempo de fijarme en los modelitos de sus protagonistas y en los preciosos parajes sureños. En una dosis de buen rollo relajante que nunca viene mal.

Lo de ver películas bonitas también lo vengo haciendo desde hace tiempo, es como volver al mismo sitio de vacaciones en verano, sabes lo que te vas a encontrar y eso reconforta. Sweet Home Alabama, Bajo el sol de la Toscana, todas las pamplinadas basadas en libros de Nicholas Spark... o mis parajes favoritos de la Irlanda rural en Tenías que ser tú y Posdata: Te quiero. En serio, con esos sitios, no necesito nada más.

Hoy acabo de ver Love, Rosie basado en un libro de la misma escritora que Posdata: Te quiero, Cecilia Ahern, y aunque no es ningún tipo de peliculón, me ha hecho ilusión encontrarme con una comedia romántica al uso, de esas que no se hacían en los últimos años. En una especie de One Day un pelín más pastelona y predecible, pero tiene una luz preciosa, una banda sonora pegadiza y Lily Collins tiene unas cejas que si fueran las tuyas las odiarías pero como son de ella las envidias. Así de fácil y así de complicado es alegrarme la tarde. Parece mentira que con lo manida que está la fórmula no acierten en conseguirla más veces.


 Me voy a quedar disfrutando de esa sensación agradable que me ha dejado, porque lo dicho, no es tan fácil de encontrar.


¡Besos!


P.D. 1: De cuando descubrí uno de mis rojos de labios preguntándole a la maquilladora de Hart of Dixie.

P.D. 2: De cuando Lemon Breeland lució mi vestido.

jueves, 15 de enero de 2015

¿Por qué Birdman se merece todos los Oscars del mundo?

Bueno todos no. Porque sería un puntanzo que el de Canción Original lo ganara Everything is awesome de Lego The Movie.

Ayer, como ya dije en el post anterior, fui al cine a ver Birdman (que en realidad se llama Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) pero para no alargarnos le llamaré Birdman a secas). Dos horas más tarde salía del cine con una sonrisa dibujada en la cara y con una sensación de que acababa de ver una de esas películas redondas, que tanto escasean, a las que no se les puede poner ningún pero. Bueno, quizá el papel de Naomi Watts otra lo hubiera explotado mejor pero da igual. Con todo lo demás, eso da igual.


Creo que la verdadera maravilla de Birdman es todo lo que cuenta y cómo lo cuenta. Para empezar, es la historia de un actor que en los noventa saltó a la fama por interpretar a un superhéroe (recordemos que el propio Michael Keaton fue el primer Batman de nuestra era bajo la dirección de Tim Burton) que intenta que le tomen en serio adaptando De qué hablamos cuando hablamos de amor de Raymond Carver para Brodway. Obra, que él mismo dirige y protagoniza. Pero este argumento no es más que un telón de fondo (nunca mejor dicho) para hablar de temas tan gordos como el cine, la fama, el camino que cada uno hace en la vida, y si me apuráis, el papel que tienen las redes sociales y las nuevas tecnologías en la vida que hoy en día vivimos. Todo esto, saltando de un personaje a otro a ritmo de jazz, en un plano secuencia falso (esto lo he leído por ahí porque yo no sabría cómo llamarlo) que hace que vivas la película como si fueras parte de ella, con un dinamismo muy poco usual.

Ayer me decían en Twitter que Boyero había dicho que Iñárritu no emociona como con Amores Perros. Yo soy muy fan de Boyero pero esta vez no estoy de acuerdo. O quizá sí, porque no es que emocione como con Amores Perros, es que emociona diferente. Amores Perros (y sus intentos de repetición 21 gramos y Babel) y Birdman son cines casi opuestos y justo por eso mismo, por su trayectoria, me parece aún más admirable que Iñárritu haya sido capaz de hilar y tejer una película así. En el post de los Globos de Oro puse que me parecía justo que Linklater se lo hubiera llevado por su innovación cinematográfica en Boyhood, pero ahora, después de haber visto lo de ayer, me parece muy injusto que no se lo dieran a Iñárritu. Como me decía @Ugolyok en Twitter, "Con Boyhood me quedé dormido a la mitad, con Birdman me costó conciliar el sueño". Porque en el cine, además de innovar, hay que entretener, sino, la función no está completa.


Como ya he dicho al principio, lo único que no llega a excepcional en la película es el papel de Naomi Watts, porque igual otra actriz con una bis cómica más trabajada lo hubiera bordado mejor (me viene a la mente Amy Adams, por ejemplo). Pero estoy hablando de unos niveles estratosféricos que Naomi quizá ve empañados por el papelón de Michael Keaton y sobre todo, ese tandem inesperado que crean Edward Norton y Emma Stone. Norton vuelve en su mejor versión, no se sabe si haciendo un papel o interpretándose a sí mismo, pero vuelve, que es lo importante, y de qué manera. Lo de Emma Stone ya se está volviendo tan habitual, eso de que se coma ella sola la película (y la alfombra roja), que ya no sé ni qué contar. Esta vez, le toca ser la hija post-adolescente rehabilitada de la super-estrella en decadencia de Hollywood y otra vez más, consigue que la adoremos y la envidiemos a partes iguales por el talento que destila. Entre todos, hacen que las apariciones de Zach Galifianakis pasen al plano anecdótico y eso que está soberbio también.


Así que hagamos recuento: Película, director, guión adaptado, actor protagonista, actriz secundaria y actor secundario, y hasta diría que la menos merecida sería la de Keaton. Las de los planos técnicos los dejamos para otros por repartir un poco, aunque ojo con el de mejor sonido.

Pues nada, que no sé quién me ha llamado a meterme a crítica de cine ahora, pero esto lo tenía que contar.


¡Besos!



P.D.: Si vais a ver la película fijaros qué pendientes tan bonitos lleva la ex-mujer de Keaton la noche del estreno.

lunes, 12 de enero de 2015

Mis Globos de Oro




No necesito ninguna foto más para enseñar lo que me gustó de los Globos de Oro de ayer: la maestra y sus mejores alumnas.

Esto del estilo es algo complicado de explicar. No sé si se tiene o no se tiene, si se aprende con el tiempo o si es suficiente con tener una buena estilista. No tiene que ser tan fácil para que pocas más que estas tres triunfaran ayer a la noche paseando por la alfombra roja. Visto lo visto, diría que el estilo tiene que ver con no conformarse con un vestido rándom, con atreverse a llevar algo que sabes que otra luciría peor que tú y con no tener miedo a destacar sin llamar la atención. Y lo suyo tiene hacerlo alfombra roja tras alfombra roja. Yo creo que ayer la Mirren se aguantaba la risa cuando veía llegar a las jovenzuelas con sus mejores galas.

Respecto a los premios, pues poco que decir. Que a mí Boyhood no me pareció para tanto, que en cambio El Gran Hotel Budapest me pareció maravillosa y que Cómo entrenar a tu dragón 2 es mucho mejor que casi todas las nominadas a no animación. Que el premio a Linklater lo veo más lógico por atreverse a contar historias como nadie lo había hecho hasta ahora. Que Eddie Redmayne me encanta pero que estoy algo aburrida con tanto premio por personaje histórico y que muero de ganas por que a Julianne Moore crear un personaje enfermo de alzheimer. Que el miércoles intentaré ir al cine para ver Birdman y que Big Eyes me sigue dando pereza a pesar del premio a Amy Adams (y a pesar de Christoph Waltz). Que habrá que ver si The Affair es para tanto y que a mí me cuesta diferenciar Ruth Wilson de Michelle Monaghan (y eso que Ruth es mi Jane Eyre favorita). Que puede que Fargo sea mejor serie que True Detective pero que es una de las mayores injusticias de la historia que un personaje como Rustin Cohle pase a la historia sin un premio de los gordos. Porque Rust no volverá y Rust es de lo mejorcito de todo el 2014.


Y en protesta personal por el no-premio a Matthew, voy a ver True Detective otra vez y voy a leer Galveston de Nic Pizzolatto antes de ver Fargo.


¡Besos!




Editado después de haber visto Birdman: Ya no me parece tan bien el Globo de Oro a Linklater, Iñárritu se lo merece mucho más. Y Emma Stone de secundaria está que se sale también, se lo daba todo a ella. De mayor quiero ser ella.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Friday Night Fever

Dicen que los viernes noche son para cometer locuras. O puede que me lo haya inventado yo. Lo cierto es que con el frío que hace en la calle y lo mucho que estoy hibernando últimamente, mis locuras se reducen a las cuatro paredes de la casa donde vivo.

¿Cuándo empecé a querer un abrigo de pelo de leopardo en silencio? Ya ni me acuerdo. Supongo que hace un par de años. Pero como ya tenía el otro abrigo de pelo bicolor, me negaba a caer en las redes de más pelo sintético. Al final, el tiempo esperado no ha hecho más que incrementar mis ansias de tenerlo.


El plan A fue preguntarle a mi hermana a ver si utilizaba el que nuestra madre me compró en Primark hace un tiempo y que ella se llevó a Barcelona después de que yo dijera que tenía suficiente con el bicolor peludo. La respuesta de mi hermana fue para enmarcar: "Me lo pongo para estar en casa. Es tan caliente y me siento tan diva..." Así. Con eso se supone que comparto genes. Por suerte, le pareció razonable que yo lo quisiera para andar por la calle así que aprovechando que venía a pasar unos días se lo trajo en la maleta. Hoy he ido a visitarla a casa y me la he encontrado desayunando enfundada en el abrigo. Según ella, disfrutando de los últimos momentos con él. Aunque al probármelo delante del espejo no ha resultado lo que yo imaginaba. Demasiado oscuro, demasiado peluche. Vuelta a devolverle a mi hermana lo que era suyo.

Y así me he plantado, el viernes a la noche, aguantándome las ganas de hacerme con un abrigo de leopardo y de mi sesión anual de Mientras Dormías. Lo primero, porque mi parte racional me decía que ya volví de Madrid con un abrigo nuevo que no me quito de encima y porque las rebajas están a la vuelta de la esquina (aunque soy de esas mujeres que viven con miedo de que justo lo que les gusta no va a llegar a enero). Lo segundo, porque siempre hago lo mismo, veo la que es mi película navideña favorita a principios de diciembre (por no decir a últimos de noviembre, este año superé la prueba) y luego me paso todas las Navidades con ganas de volver a verla y autoimponiéndome la ridícula ley de no repetir. Creo que este año la ley va a ser abrogada.

Por lo que tenía dos opciones, no comprar el abrigo y seguir viendo capítulos de The Good Wife como una loca, o comprarme ese precioso abrigo de leopardo que me estaba esperando en Asos (en serio, ¿qué haría sin esta tienda?) y disfrutar de la mirada de Bill Pullman. Soy débil ante las tentaciones y bastante tengo con seguir la dieta de June estrictamente por lo que... click, click y a disfrutar.


Qué disfrutéis de estos deliciosos tres domingos y de sus desayunos. Mi viernes noche no podría empezar mejor.

¡Besos!

sábado, 29 de noviembre de 2014

100 razones por las que vivir


1. Parar a escuchar el ruido de las olas.

2. Las verbenas de pueblo.

3. Aprender de memoria las canciones de Sabina.

4. Estar leyendo a Gavalda y que mencione la canción perfecta en el momento justo. Sobre todo en ese final de La sal de la vida.

5. Escuchar a Maya hablar sobre el vino en Entre Copas.



6. Pasear por Donosti cuando llueve.

7. Hacer una maratón de La guerra de las Galaxias. O de El seños de los anillos. O de X-Men.

8. Tener un flechazo con el perfume de tu vida.

9. Michael Fassbender.



10. Ver un atardecer tumbada en una hamaca. De hecho, ver un atardecer.

11. Escuchar a una pianista tocar en directo Love Theme de Cinema Paradiso. O escucharlo en cualquier momento en casa.



12. Asistir a un club de lectura.

13. Darte el caprichazo de comprar algo caro. Muy caro. Pero muy bonito y muy deseado.

14. Cada escena de Friends.



15. El olor de la mimosa cuando florece antes que ninguna.

16. Estar en un concierto y enamorarte de una canción que no habías escuchado nunca.

17. Hola, me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate para morir.



18. Salir a tomar un café a las cinco de la tarde y llegar a casa a las cinco de la mañana.

19. Pasar toda la mañana desayunando.

20. Poner AC/DC a todo volumen y volverte loca delante del espejo.



21. Mirar las estrellas. Y ya ni te digo si alguien te cuenta sus historias.

22. Frank Sinatra y Betty Garrett cantando You’re awful.



23. Frank Sinatra cantando cualquier cosa. Sobre todo, Fly me to the moon. Pero The way you look tonight que sea de Tony Bennet.

24. Ir a algún pueblo de la USA profunda para ver luciérnagas voladoras entre maizales.

25. Brown Eyed Girl.



26. Balancearte en un columpio. Da igual la edad.

27. Las Gilmore.


28. Embadurnarte el cuerpo con una buena crema hidratante.

29. El olor del viento del norte cuando sopla por el Cantábrico.

30. El beso de Drive en el ascensor.



31. Ir a un karaoke con tus amigas del alma y cantarlo todo.

32. Las tormentas de verano.

33. Un gol en el último minuto que sirva para conseguir una victoria improbable.



34. Los murciélagos que aparecen en la ventana del Drácula de 1931.

35. Encender una vela que huela bien y pasar la tarde leyendo bajo una manta. O dos.

36. El final de Vacaciones en Roma y el inicio de Desayuno con Diamantes.



37. El saludo de un perro que te conoce.

38. El salmón del Atari, las anchoas del Txepetxa, la brocheta de gambas del Goiz Argi y el risotto del Borda Berri.

39. Hacer festivo un día cualquiera.

40. Canciones de amor a quemarropa de Nickolas Butler. Sí, sigo con eso.

41. Restregarle a alguien tu optimismo por la cara.

42. Nina Simone echándole narices y versionando My Way.



43. Tú rincón en el mundo.

44. No Pirlo, no party.



45. Ganar una partida de mus reñida.

46. Los diálogos de Historias de Filadelfia.

47. Descubrir que las lentejas en ensalada con aguacate están deliciosas.

48. El principio de Amor en los tiempos del cólera. En realidad, todo el libro.



49. Ir a freír un huevo y que tenga dos yemas.

50. Disfrazarte en Carnaval.

51. La parte contratante de la primera parte.



52. El pueblo pardo de El bosque animado.

53. Calentarte a la orilla de una chimenea.

54. Nobody puts baby in a corner.



55. El optimismo escondido de Jane Eyre.

56. Ir a una boda con un tocado más grande que tu cabeza.

57. Saciar las ansias de chocolate.

58. El secreto de sus ojos.

59. El buen café. El malo se puede utilizar para regar las plantas.



60. Palomitas recién hechas.

61. Pixar.

62. Y Disney.

63. Atreverte a tocar un bicho-bola.

64. Jack Lemmon y Shirley MacLaine en El Apartamento.



65. Creer en el amor a primera risa.

66. El rojo perfecto en los labios.

67. Dragoi Bola, así, en euskera.

68. Estar a la sombra cuando el sol aprieta.



69. Expiación de Ian McEwan.

70. Cortarte la coleta. Tú misma.

71. La Habanera de Carmen. Y la de Xabier Lete.



72. La condesa viuda de Grantham.

73. Echar la siesta con Roy Orbison de fondo.

74. Llenar la casa de plantas.



75. Rust Cohle.

76. Domingos de película y manta.

77. La luna.

78. Meryl Streep cantando The winner takes it all.



79. Bailar con tus amigas una canción con la misma coreografía que lleváis bailando más de diez años.

80. Poder ser la oveja negra de un rebaño ajeno.

81. Encontrar a tu media langosta.

82. Cada una de las fotos que quedaron de Steve McQueen.



83. Supercalifragilisticoespialidoso.

84. La primera noche con sábanas limpias.

85. You can’t buy happiness but you can buy books and that’s kind of the same thing. (No puedes comprar la felicidad pero puedes comprar libros que viene a ser un poco lo mismo.)

86. Seguir buscando las botas con brillantina perfectas.



87. Estar en la playa a las diez de la mañana. O a las ocho de la noche.

88. Ponerte una falta de tul.



89. Lo que fue capaz de escribir Irène Némirovsky en un cuaderno con letra minúscula antes de que la llevaran a Auswitch y que publicaron en 2004.

90. Hibernar.

91. Al Pacino en Esencia de Mujer.



92. Escuchar Leonard Cohen cuando llueve.

93. Hacer muchos kilómetros para visitar a un amigo. O no tener que hacer ninguno.

94. Emocionarte con La casa de las dagas voladoras.

95. El tacto de un buen bolso de cuero.



96. La casa de Asterión de Borges.

97. Ver las mismas películas cada Navidad: Mientras Dormías, El diario de Bridget Jones, La joya de la Corona, Love Actually y Solo en Casa.

98. El novio de la madre de Bridget Jones.

99. Vivir unos días en una casa de madera encima de un árbol.



100. Susurros al oído.




P.D.: Este post está inspirado en aquellos que se escribieron en Jot Down bajo un título parecido, en el post que escribió Marta sobre '50 cosas que le gustan' en su blog In fashion with you, y por supuesto, es esa maravillosa canción de Sabina llamada Más de cien mentiras