martes, 31 de marzo de 2015

Mi cabeza estos días

Es difícil escribir cuando sólo tienes una cosa en la cabeza y esa cosa la quieres mantener en secreto al menos unas semanas más. Bueno, quien dice en secreto dice sin publicarlo a los cuatro vientos pero sí.

Por lo que me cuesta escribir. Me cuesta encontrar temas que os puedan interesar, aunque luego me pongo a pensar un rato y ¿qué es este blog si no un cúmulo de ideas tontas que se me ocurren?

Ayer en Kafe Botanika vía mi Instagram

Estos días he leído La trama nupcial y mira que me lo habían dicho pero qué bonito. Cada día miro por la ventana y saco el brazo para saber si la primavera realmente ha llegado, porque tengo unas ganas tremendas de cambiar de armario y aún no me atrevo. Eso del Capsule Wardrobe no se hizo para estas tierras del norte. Aunque es cierto que llevo casi tres meses sin comprar nada de ropa y valorando lo que tengo. Eso sí, tengo de camino las zapatillas más bonitas del mundo, que al final me di el capricho cumpleañero adelantado y me customicé unas a mi gusto en la página de Nike.

El otro día vi Moneyball y me di cuenta que yo hago algo parecido para jugar al Comunio, no me va mal, he llegado al descanso liguero como lideresa, a ver si duro. Aunque también me fijé en lo guapo que seguía estando Brad Pitt en 2011 y en todos los años que han pasado desde que a los doce me compré una biografía suya por 595 pesetas, un desembolso muy desorbitado para aquel entonces.

Y tampoco puedo parar de escuchar la canción que le canta su hija y sentirme otra vez aquella niña de doce años que volvió a casa emocionada con su libro.


Pero bueno, que pronto cumplo 30 y lo cierto es que me siento bastante privilegiada en este momento. Lo dicho, ya lo publicaré a los cuatro vientos.


¡Besos!




P.D.: Y si queréis más...

...de cuando hablé sobre libros malos y buenos.
...de cuando me indigné con los "te quiero"s baratos.
...de cuando en enero también me puse a ordenar mis ideas.

jueves, 19 de marzo de 2015

Libros, películas y kleenex

El trancazo me ha pillado de puente, y yo pienso, oye ni tan mal. Que lo de tener la nariz como un pimiento y sus aletas brillantes de tanto untar vaselina para que no se irriten, es aún más duro cuando te toca el despertador a las siete de la mañana. Pero durmiendo hasta cuando se desee y de ahí migrando al sofá para pasar el día entre libros, películas y cientos de kleenex, es un plan bastante aceptable. Será que no me llega el suficiente oxígeno a la cabeza, pero estoy hasta animada.

Para la ocasión, tengo como acompañante el último libro de María Dueñas, que aunque Misión Olvido no fue el bombazo de El tiempo entre costuras, a mí me gustó porque recuerdo haberlo disfrutado leyendo. Literalmente, recuerdo de una tarde que pasé entera leyendo el libro durante horas, sin ganas de querer hacer algo más. No es el hecho de engancharme, es más la sensación de estar a gusto en compañía de sus personajes. Y eso, pocos escritores lo consiguen, por muy buenos que sean y tengan otras virtudes.


También espero ver alguna película, o hacerme alguna maratón de The Good Wife. Aunque tengo la idea que el fin de semana pasado las terminé todas. Nightcrawer, Into the Woods, Divergent y St. Vincent, cada una de su madre y de su padre, y por alguna alineación de las estrellas, me gustaron todas bastante. Pero si tengo que destacar algo de todas ellas es el niño que aparece en St. Vincent, pocas veces he visto algo tan adorable y después de hacer tanta práctica de magisterio con niños de entre 6 y 12, no soy tan fácilmente impresionable. Jaeden Lieberher se llama y le come la pantalla al mismísimo Billy Murray. Por lo demás, Meryl Streep alcanzando copas de perfección de el papel de bruja, yo crearía un Oscar especial para ella cada año, aunque a este paso lo fácil va a ser volverse hater de lo buena que es, pero no, a mí nunca se me olvidará que en mi vida le he aplaudido tanto a nadie. Divergent me pareció más entretenida que Los juegos del habre y eso que Miles Teller no tiene el protagonismo que me gustaría, pero me entretuvo la tarde. Y Jake Gyllenhaal alcanza unas cotas creepies en Nightcrawler que mejor lo veáis vosotros mismos. Eso sí, llevo la semana andando por la calle con una seguridad diferente mientras el prólogo de Into the Woods suena en mi mente.

Por lo que después del pleno al cuatro del fin de semana pasado, tampoco le voy a pedir demasiado a éste en el aspecto cinéfilo, pero algo caerá.

Así puestos, os dejo que me he dado cuenta que no sé si tengo suficiente arsenal de pañuelos de papel y habrá que encontrar algo abierto para llenar la despensa.


¡Besos!




P.D.: Y si queréis más...

...de cuando os conté qué libros leídos en 2014 me gustaron más.
...de cuando pronostiqué que Birdman se merecía todos los Oscar del mundo.
...de cuando organicé una maratón de películas en blanco y negro para esos que no les gustan las películas en blanco y negro.

viernes, 6 de marzo de 2015

Quiero rayarme

De esto que ves algo que no sabes si te gusta, pero empieza a venirte a la mente cada poco y un día, te ves buscando algo parecido como te fuera la vida en ello.


ESA falda, me va a dar tan igual que me quede mal... Ya me veo poniéndola con mi Swedish Hasbeens... ay, es puro amor.

Por cierto, si la encuentro ya me lo podría comprar porque ayer cumplí mi reto de pasar dos meses sin comprar nada nuevo y apreciando lo que tengo en el armario. Parecerá una tontería pero esta abstinencia me ha dado perspectiva, me ha ayudado a valorar todas las prendas bonitas que ya tengo y a buscar aquellas piezas que realmente me gustan o que necesito. Como dato diré que una vez cumplido el plazo, no fui corriendo a comprar algo en Asos. Al principio me costaba creer que aguantaría todo este tiempo, me daba algo de vértigo pensar que podría cruzarse el vestido de mi vida en el camino y que no podría comprarlo. Pero para nada ha sido así. No he tenido apenas tentaciones y ahora mismo sigo sin tenerlas. He pensado que esperaré al cambio de armario (primavera, ven pronto) para adquirir alguna otra prenda.

En fin, ¡buen fin de semana!



P.D. 1: De cuando definí mi estilo.

P.D. 2: De cuando decidí darle valor a mi armario.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Bluebell y las cejas de Lily Collins

Hart of Dixie es una tontainada de serie que perdió todo tipo de sentido hace ya unas cuantas temporadas. Si es que alguna vez lo tuvo. Pero Bluebell, el pueblo donde pasan todos giros de guión sin sentido, es bonito, precioso, y nunca me aburriré de ir allí.


Esta última temporada apenas veo series, las tengo todas aparcadas, hasta The Good Wife con la que me di un auténtico atracón hace un par de meses cuando la descubrí. Con mil ideas que me van rondando por la cabeza a una velocidad demasiado vertiginosa, me parece que todas me hacen pensar demasiado, me cansa ponerme a verlas. Todas menos Hart of Dixie, claro está, que desde que no cuenta nada mínimamente bien hilado, tengo más tiempo de fijarme en los modelitos de sus protagonistas y en los preciosos parajes sureños. En una dosis de buen rollo relajante que nunca viene mal.

Lo de ver películas bonitas también lo vengo haciendo desde hace tiempo, es como volver al mismo sitio de vacaciones en verano, sabes lo que te vas a encontrar y eso reconforta. Sweet Home Alabama, Bajo el sol de la Toscana, todas las pamplinadas basadas en libros de Nicholas Spark... o mis parajes favoritos de la Irlanda rural en Tenías que ser tú y Posdata: Te quiero. En serio, con esos sitios, no necesito nada más.

Hoy acabo de ver Love, Rosie basado en un libro de la misma escritora que Posdata: Te quiero, Cecilia Ahern, y aunque no es ningún tipo de peliculón, me ha hecho ilusión encontrarme con una comedia romántica al uso, de esas que no se hacían en los últimos años. En una especie de One Day un pelín más pastelona y predecible, pero tiene una luz preciosa, una banda sonora pegadiza y Lily Collins tiene unas cejas que si fueran las tuyas las odiarías pero como son de ella las envidias. Así de fácil y así de complicado es alegrarme la tarde. Parece mentira que con lo manida que está la fórmula no acierten en conseguirla más veces.


 Me voy a quedar disfrutando de esa sensación agradable que me ha dejado, porque lo dicho, no es tan fácil de encontrar.


¡Besos!


P.D. 1: De cuando descubrí uno de mis rojos de labios preguntándole a la maquilladora de Hart of Dixie.

P.D. 2: De cuando Lemon Breeland lució mi vestido.

lunes, 2 de marzo de 2015

La hoguera de las vanidades: terminado.

A veces los libros tienen su momento. Será por eso que no le tengo miedo a empezar más de uno y luego dejarlos y luego retomarlos otra vez. Cuando no estoy disfrutando del todo uno, prefiero guardarlo para cuando sí lo haga.

Hoy he terminado La hoguera de las vanidades, la obra cumbre de Tom Wolfe que empecé en verano y dejé justo en la mitad. Odio cuando me pasa eso. Quedarme justo en la mitad de un libro gordo, ni para adelante ni para atrás. Miras todo lo que has leído hasta entonces y te das cuenta que te queda otro tanto por leer. Así que lo arrinconé, no sin cierto sentimiento de culpa por no sentirme maravillada por la prosa de Wolfe (aunque sí me hacía mucha gracia), pero había que afrontar la verdad y era que prefería leer otra cosa.


Olvidado estuvo hasta que iba a empezar con El libro de Jonah de Joshua Max Feldman y pensé: "Por qué voy a empezar un libro sobre New York si ya tengo otro por la mitad". Por lo que lo retomé y tan contenta. Me ha alegrado los viajes de autobús del último mes y lo he disfrutado mucho más de lo que hice bajo el sol veraniego. Será que la atmósfera gris era más propicia para estas lluvias que no terminan.

Sea lo que fuere, ahora sí era su momento. Por lo que no tengáis miedo me apilar libros empezados, mejor eso que leerlo mientras se mira a otros de reojo. Así tengo ahora La constelación del perro que tan bien ponen en todos lados. No sé si es que me ha pillado a destiempo o que realmente no es tan buena como quieren venderla. Igual es que necesito un clima más apocalíptico que estas lluvias. Aunque lo de Noé fue xirimiri comparado con esto.


¡Besos!


P.D: De cuando no me enganché en verano y me estresé.