martes, 6 de mayo de 2014

Lo que otros ya leyeron

En el colegio odiaba tener que leer libros. Sí, aquí donde me veis, no creo que llegara a disfrutar ninguno de esos libros que me leía porque luego tenía un examen por aprobar o unas preguntas por responder, y sobre todo una fecha de vencimiento que no podía traspasar. Ya por aquella época, a mí me gustaba leer mis libros, esos que leía en la oscuridad de mi habitación sin ningún tipo de presión.

Por la misma razón, siempre he evitado coger libros de la biblioteca, por esas dos semanas en las que había que tener el libro leído. Que sí, que siempre se puede renovar, pero me da pánico pensar en que no pudiera renovar un libro que me está encantado porque tiene lista de espera. También hay que reconocer que he tenido una suerte tremenda con la librería de mis tías: cojo un libro, lo leo con mucho cuidado de no manosearlo y lo devuelvo emitiendo una critica que mis tías podrían utilizarla para venderlo. Ganamos todos.

Pero de un tiempo a esta parte, he empezado a tomar prestados libros de la biblioteca, sobre todo clásicos y autores reconocidos, porque será que yo soy rara pero mis estanterías están demasiado llenas con libros que compré pensando que eran reliquias literarias y resultaron ser un tremendo aburrimiento.

Hace dos semanas, a cuenta de este post, decidí ir como loca a por El amor en los tiempos del cólera antes que se me adelantara nadie y será que esta vez no tenía ninguna predisposición a que me gustara el libro pero realmente me ha encantado. O mejor dicho, me está encantando. Porque aún no lo he terminado en estas dos semanas. Estoy disfrutando tanto de la historia y sobre todo de cómo está contada, que me he negado a leerla con prisas y como es un libro que sé que volveré a leer dentro de un tiempo, ayer me hice con mi propio ejemplar.

Pero hoy, cuando iba en el autobús leyendo esas nuevas páginas tan poco sobadas, he echado algo de menos. Me faltaban las anotaciones y los subrayados de los anteriores lectores. De repente, he sentido la falta de esos corchetes que me alertaban sobre la maravilla de las líneas que llegaban. Me he sentido algo perdida, con miedo a pasar por alto algo precioso por no prestar la suficiente atención.

Y me he dado cuenta que realmente también disfruto de ese lado romántico de la biblioteca. De pensar quiénes habrán sido aquellos que han tenido el libro entre sus manos antes que yo, en si les habrá gustado, o si lo habrían dejado sin terminar... Disfrutar doblemente, con mis partes favoritas y las suyas, sentir que estoy leyendo en libro en compañía, en una especie de club de lectura perdido en el tiempo. Mirar sus fechas y pensar si en aquellos meses de invierno sentirían la misma luminosidad que yo he sentido y le habría ayudado a escapar de esos días grises.


Porque realmente por mucho que la lectura sea una de las actividades que más independencia me da, no hay cosa más gratificante que compartirla.



Besos!

2 comentarios:

  1. Hola guapa!!!

    A mi también me pasaba lo mismo con los libros de obligada lectura... Generalmente eran un soberano coñazo... Ahora afortunadamente mandan libros mucho más amenos!!

    Yo la verdad que siempre que he cogido un libro de la biblioteca ha sido sobre algún tema para algún trabajo...

    Un besote!!!

    ResponderEliminar
  2. Ver quién ha cogido antes el libro. Cuánto tiempo ha pasado entre uno y otro e imaginar cuánto habrá tardado y dónde en leerlo, me da gustibirris a mi también.
    Volveré a intentarlo con El amor en tiempos de cólera, empecé y regulín, no me enganchó. Lo volveré a intentar.

    ResponderEliminar