lunes, 17 de noviembre de 2014

Las tías de Zugarramurdi

Ayer la tarde fue para volver a ver Beautiful Girls. Le tenía ganas desde que terminé de leer Canciones de amor a quemarropa, ese libro que aún no me quito de la cabeza, pensando en cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que encuentre otra lectura que me haga sentir tanto.


Supongo que me gustó hasta ese punto porque era justo el momento para leer algo así, esas historias que parecen tan nuestras. A mis casi treinta, siento como si ya hubiera tomado toda la carrerilla posible y ahora ya estuviera corriendo sin oportunidad de detenerme para dar el salto final hacia la madurez, a eso de hacerme mayor y ser un adulto.

El otro día me encontré la primera cana. Y lo cierto es que siempre pensé que sería un momento algo más dramático, que sería mucho más rollo ver cómo me van saliendo pequeñas arrugas alrededor de los ojos, pero al final tampoco está siendo para tanto. La cana la recibí con cierta ternura, como la certeza que necesitaba para saber que mis días de jovenzuela ya quedaron atrás y me diera un cierto estatus de sabiduría. Siempre me han gustado las imperfecciones que hacen algo único aunque con las mías me haya costado algo más encariñarme. Nunca fue tan agradecido mirar al pasado con nostalgia.

La de ayer no fue la primera vez que veía Beautiful Girls, ni tampoco será la última. Pero puede que fuera la más especial porque justo tengo la misma edad que los protagonistas y eso no creo que vaya a durar mucho. Puede que por eso lo que hablaban significaba más que otras veces, que me pareciera tan oído y tan reconfortante a la vez. La misma sensación que tuve en cada página de Canciones de amor a quemarropa. Nosotras también tenemos tantas Sweet Caroline y American Pie...


En esta época que parece que nuestros sábados a la noche pasaron a mejor vida, nuestra mayor preocupación ya no es dónde vamos a cenar antes de salir sino dónde quedaremos para desayunar y aprovechar bien el día. No sé cuándo pasamos de Marty a ser Andara, será parte del camino a recorrer al igual que el whisky en vaso pequeño para las ocasiones especiales. Ahora nuestros sábados son diurnos, con cochecito y cafés, y por mucho que de vez en cuando apetezca desmadrarse todavía, éstos también son sorprendentemente entretenidos. Y esos desmadres cada vez más distanciados en el tiempo, suelen ser más disfrutados porque o bien son totalmente inesperados, o bien se preparan con mucha premeditación y alevosía. La verdad que la inercia poco tenía de emocionante y nunca disfrutábamos de los periódicos del domingo escuchando a Van Morrison.


Ahora somos tías, paseamos con orgullo el cochecito por la Kontxa entre cuatro o cinco, y pronto hasta entre seis. La sesión de peli, sofá y manta, conlleva lactancia, aires, cambio de pañales y litros de babas que se nos caen a todas. Menos mal que la madre se pone firme porque entre las demás pronto lo malcriaríamos. No el vano, el otro día el padre de la criatura le preguntaba a su retoño si se iba a ir a pasar el día con sus tías, las brujas de Zugarramurdi, y nosotras encantadas con el poder concedido. Que nadie se atreva a quitarnos el título.

Brujería, madurez, poder y cánticos medio sagrados. Ahora me dan cierta pena todas esas Martys que se creen que lo bueno llega a los dieciocho. Aunque lo cierto es que pasarán esos años encantadas con el reflejo de Platón y cuando llegue lo bueno les pillará como la misma sorpresa agradable que nos ha pillado a nosotras.

Benditas canas.


¡Besos!



P.D.: Este monólogo de Rosie O'Donell vale oro. (Sólo lo he encontrado en inglés)

1 comentario:

  1. Me ha encantado tu post.

    Tiene gracia, me gusta mucho esta peli, y el proximo libro que pensaba leer es Canciones de amor a quemarropa.

    Y no te preocupes por las canas... ni por crecer.... ni por nada de eso.
    Te lo digo yo, que tengo mas años que tú.
    Y tengo mas ganas que nunca de hacer cosas, y cada vez todo es mas divertido y mas interesante. Porque sabes mas y lo disfrutas mas.

    Y te dejo, que a estas horas me salen charlas como de abuela...

    María
    www.emeemespain.com

    ResponderEliminar