Lo prometo.
Me estoy desperezando, cogiendo fuerzas y repartiendo ilusión. Mi ilusión.
Estos días me he acostumbrado a madrugar, a creerme una morning person, a desayunar como una reina (bollo de leche relleno de chocolate, Pepito le llaman)... pero también a meterme a la cama antes de que termine Pasapalabra (hoy ya voy tarde), a querer relajarme leyendo una hora entera pero a caer de sueño antes de llegar a la media. Me he amoldado a que mi vida social sea al medio día, a que las cenas me den la pereza de la vida, porque una vez que anochece, la humedad hay que combatirla con manta y estufa.
Me ha dado por pintarme las uñas de nude, yo que era tan cantarina, estaré madurando. Me corté el pelo a las siete de la mañana de un sábado, antes del Pepito, y bastante bien os voy a decir. Pero mi melena lucirá mejor cuando me pueda poner esos vestidos algo primaverales que parece que fueron de otra vida, con esa chupa de cuero que estoy deseando lucir.
Mientras tanto, tened paciencia, que si no escribo, es porque mi vida se ha vuelto algo aburrida y algo monótona. Pero lo dicho, pronto me quitaré el gris de encima y volveré a presumir de lunares.
¡Besos!
jueves, 26 de febrero de 2015
viernes, 13 de febrero de 2015
Le Pliage #onemoretime
Supongo que siempre me han gustado los bolsos, puede que me esté repitiendo porque siempre lo digo o lo dejo caer. Lo mío casi lo calificaría de fetichismo.
Hace años, tenía mil, cuantos más mejor. Todas estas tiendas donde puedes encontrar bolsos por unos 20euros, eran mi PortAventura particular. Pero todo cambió la primera vez que me hice con uno "bueno". Mi madre nos dio cierta cantidad de dinero a mi hermana y a mí para que lo gastáramos en las rebajas y yo lo invertí todo en un bolso de Bimba y Lola. En aquellos tiempos todavía eran bonitos y deseables. Sentir el tacto de aquel cuero, me hizo desechar la idea de volver a comprar esos plasticorros que terminan descascarillándose en menos de seis meses. Desde entonces, cada bolso que ha entrado a mi colección ha sido con premeditación, alevosía, deseo y fervor, Hoy en día creo que tengo unos 10 o 12 y la sensación de estar saciada. De vez en cuando tengo algún flechazo como el que me dio en la tienda de Malababa aquel fin de semana largo que pasé en Madrid, pero en líneas generales, dejé hace un tiempo esa eterna búsqueda de EL bolso. Creo que los tengo de todos los tamaños, para todas las ocasiones y combinaciones. De hecho, me gusta pensar en ellos como una colección de arte y tengo la manía de no querer repetir marca, uno de cada, como si estuviera tachando casilleros. No sé por qué pero lo mismo me pasa con los pintalabios.
El Pliage de Longchamp lo compré hace ya 3 o 4 años, con la ilusión de estar haciéndome con un clásico: en verde botella y con la asa larga. Durante este tiempo, lo he amortizado y lo he utilizado tanto que el pobre estaba hecho polvo y dando pena, por lo que ayer tocó reponerlo. Con la misma ilusión y sabiendo que es una apuesta segura, esta vez en gris carbón, que el gris siempre es un acierto y éste es especialmente bonito.
Por lo que así me seguiréis viendo, bebiendo café en cualquier esquina y con mi nuevo Pliage colgado de la silla (o apoyado en suelo que así ha terminado el otro...).
¡Besos!
lunes, 9 de febrero de 2015
Quiero ponerme mi chupa
Aprovechando las ofertas navideñas, me hice con un básico que llevaba años queriendo tener: una cazadora de cuero.
Ahora, con estos días fríos que estamos teniendo, yo sólo quiero que llegue la primavera para ponerme mi chupa con cualquier prenda que se me ocurra.
Aunque de mientras, también voy feliz luciendo abrigo peludo.
¡Besos!
Ahora, con estos días fríos que estamos teniendo, yo sólo quiero que llegue la primavera para ponerme mi chupa con cualquier prenda que se me ocurra.
Aunque de mientras, también voy feliz luciendo abrigo peludo.
¡Besos!
viernes, 6 de febrero de 2015
Abrir un libro y volar
Con miedo a que suene condescendiente, a mí la gente que no lee me da cierta pena.
No porque leyendo se adquiera cultura. Tampoco porque sea un acto entretenido. Ni tan siguiera porque nunca experimentarán lo que se siente al comprar un nuevo libro y saber que tienes horas de placer esperándote.
La gente que no lee me da pena porque no saben qué fácil es cuando tienes un día horroroso, simplemente abrir un libro y evadirte del mundo.
Que nadie consiga amargaros.
¡Besos!
No porque leyendo se adquiera cultura. Tampoco porque sea un acto entretenido. Ni tan siguiera porque nunca experimentarán lo que se siente al comprar un nuevo libro y saber que tienes horas de placer esperándote.
La gente que no lee me da pena porque no saben qué fácil es cuando tienes un día horroroso, simplemente abrir un libro y evadirte del mundo.
Que nadie consiga amargaros.
¡Besos!
jueves, 29 de enero de 2015
Ordenando ideas
No tener tiempo de escribir. O lo que es peor, no tener tiempo de pensar sobre lo que me apetece escribir. Y así, claro, no hay manera de pasearse por aquí. Leer es lo que me mantiene las ideas ordenadas, aunque en el hábito sigo igual de anárquica y el lunes empecé con También esto pasará de Milena Busquets sin haber acabado ninguno de los que están en progreso. Ya no aguantaba más sin probar en mis propias carnes la que parece a ser la nueva revelación literaria. Y qué bonito todo por ahora.
Hace una semana mi rutina cambió y poco a poco me voy acostumbrando a los nuevos ritmos. La buena noticia es que aún sigo tomando mi super-zumo mañanero, vamos, que no me ha vencido la pereza y limpiar la licuadora cada vez es menos tedioso. La receta ha ido variando pero la definitiva por ahora es 3 zanahorias, 1 manzana, medio limón y un trocito de jengibre. Sorprendentemente, cada vez disfruto más esos minutos de silencio cuando parece que aún nadie se ha puesto en marcha.
Sigo fiel a mi armario, resistiéndome a comprar nada hasta que llegue el 5 de marzo. Cada una tiene sus pequeñas metas y sus retos cotidianos de superación. No ha habido demasiadas tentaciones para saltarme la restricción. Quizá un abrigo de estampado de leopardo en rojo que vi el otro día... pero rectifiqué a tiempo pensando en que estoy a un par de prendas de ir vestida de leopardo todos los días y tampoco es plan. Esto de no comprar y ser más austera con mi armario, está consiguiendo que quiera vaciarlo aún más y tirar la mitad a la basura. Una vez que te metes en esta vorágine de menos es más, te atrapa del todo. Cada vez me agobia más el hecho de poseer tantas cosas y en mi armario no iba a ser excepción. Ahora, qué ganas de sacar del baúl de los recuerdos todos los vestidos veraniegos que guardé en otoño. Qué cerca y qué lejos.
Como veis, ando con un popurrí de ideas que poco a poco se van asentando. A mi mente le tengo que dar un poco más de tiempo para que se me acostumbre a tener tantos frentes abiertos y no morir en el intento. Esto de escribir siempre tuvo un lado muy terapéutico. Lo escrito, ahí se queda, parece que hasta ordenado.
Un beso,
Hace una semana mi rutina cambió y poco a poco me voy acostumbrando a los nuevos ritmos. La buena noticia es que aún sigo tomando mi super-zumo mañanero, vamos, que no me ha vencido la pereza y limpiar la licuadora cada vez es menos tedioso. La receta ha ido variando pero la definitiva por ahora es 3 zanahorias, 1 manzana, medio limón y un trocito de jengibre. Sorprendentemente, cada vez disfruto más esos minutos de silencio cuando parece que aún nadie se ha puesto en marcha.
Sigo fiel a mi armario, resistiéndome a comprar nada hasta que llegue el 5 de marzo. Cada una tiene sus pequeñas metas y sus retos cotidianos de superación. No ha habido demasiadas tentaciones para saltarme la restricción. Quizá un abrigo de estampado de leopardo en rojo que vi el otro día... pero rectifiqué a tiempo pensando en que estoy a un par de prendas de ir vestida de leopardo todos los días y tampoco es plan. Esto de no comprar y ser más austera con mi armario, está consiguiendo que quiera vaciarlo aún más y tirar la mitad a la basura. Una vez que te metes en esta vorágine de menos es más, te atrapa del todo. Cada vez me agobia más el hecho de poseer tantas cosas y en mi armario no iba a ser excepción. Ahora, qué ganas de sacar del baúl de los recuerdos todos los vestidos veraniegos que guardé en otoño. Qué cerca y qué lejos.
Como veis, ando con un popurrí de ideas que poco a poco se van asentando. A mi mente le tengo que dar un poco más de tiempo para que se me acostumbre a tener tantos frentes abiertos y no morir en el intento. Esto de escribir siempre tuvo un lado muy terapéutico. Lo escrito, ahí se queda, parece que hasta ordenado.
Un beso,
jueves, 15 de enero de 2015
¿Por qué Birdman se merece todos los Oscars del mundo?
Bueno todos no. Porque sería un puntanzo que el de Canción Original lo ganara Everything is awesome de Lego The Movie.
Ayer, como ya dije en el post anterior, fui al cine a ver Birdman (que en realidad se llama Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) pero para no alargarnos le llamaré Birdman a secas). Dos horas más tarde salía del cine con una sonrisa dibujada en la cara y con una sensación de que acababa de ver una de esas películas redondas, que tanto escasean, a las que no se les puede poner ningún pero. Bueno, quizá el papel de Naomi Watts otra lo hubiera explotado mejor pero da igual. Con todo lo demás, eso da igual.
Creo que la verdadera maravilla de Birdman es todo lo que cuenta y cómo lo cuenta. Para empezar, es la historia de un actor que en los noventa saltó a la fama por interpretar a un superhéroe (recordemos que el propio Michael Keaton fue el primer Batman de nuestra era bajo la dirección de Tim Burton) que intenta que le tomen en serio adaptando De qué hablamos cuando hablamos de amor de Raymond Carver para Brodway. Obra, que él mismo dirige y protagoniza. Pero este argumento no es más que un telón de fondo (nunca mejor dicho) para hablar de temas tan gordos como el cine, la fama, el camino que cada uno hace en la vida, y si me apuráis, el papel que tienen las redes sociales y las nuevas tecnologías en la vida que hoy en día vivimos. Todo esto, saltando de un personaje a otro a ritmo de jazz, en un plano secuencia falso (esto lo he leído por ahí porque yo no sabría cómo llamarlo) que hace que vivas la película como si fueras parte de ella, con un dinamismo muy poco usual.
Ayer me decían en Twitter que Boyero había dicho que Iñárritu no emociona como con Amores Perros. Yo soy muy fan de Boyero pero esta vez no estoy de acuerdo. O quizá sí, porque no es que emocione como con Amores Perros, es que emociona diferente. Amores Perros (y sus intentos de repetición 21 gramos y Babel) y Birdman son cines casi opuestos y justo por eso mismo, por su trayectoria, me parece aún más admirable que Iñárritu haya sido capaz de hilar y tejer una película así. En el post de los Globos de Oro puse que me parecía justo que Linklater se lo hubiera llevado por su innovación cinematográfica en Boyhood, pero ahora, después de haber visto lo de ayer, me parece muy injusto que no se lo dieran a Iñárritu. Como me decía @Ugolyok en Twitter, "Con Boyhood me quedé dormido a la mitad, con Birdman me costó conciliar el sueño". Porque en el cine, además de innovar, hay que entretener, sino, la función no está completa.
Como ya he dicho al principio, lo único que no llega a excepcional en la película es el papel de Naomi Watts, porque igual otra actriz con una bis cómica más trabajada lo hubiera bordado mejor (me viene a la mente Amy Adams, por ejemplo). Pero estoy hablando de unos niveles estratosféricos que Naomi quizá ve empañados por el papelón de Michael Keaton y sobre todo, ese tandem inesperado que crean Edward Norton y Emma Stone. Norton vuelve en su mejor versión, no se sabe si haciendo un papel o interpretándose a sí mismo, pero vuelve, que es lo importante, y de qué manera. Lo de Emma Stone ya se está volviendo tan habitual, eso de que se coma ella sola la película (y la alfombra roja), que ya no sé ni qué contar. Esta vez, le toca ser la hija post-adolescente rehabilitada de la super-estrella en decadencia de Hollywood y otra vez más, consigue que la adoremos y la envidiemos a partes iguales por el talento que destila. Entre todos, hacen que las apariciones de Zach Galifianakis pasen al plano anecdótico y eso que está soberbio también.
Así que hagamos recuento: Película, director, guión adaptado, actor protagonista, actriz secundaria y actor secundario, y hasta diría que la menos merecida sería la de Keaton. Las de los planos técnicos los dejamos para otros por repartir un poco, aunque ojo con el de mejor sonido.
Pues nada, que no sé quién me ha llamado a meterme a crítica de cine ahora, pero esto lo tenía que contar.
¡Besos!
P.D.: Si vais a ver la película fijaros qué pendientes tan bonitos lleva la ex-mujer de Keaton la noche del estreno.
Ayer, como ya dije en el post anterior, fui al cine a ver Birdman (que en realidad se llama Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) pero para no alargarnos le llamaré Birdman a secas). Dos horas más tarde salía del cine con una sonrisa dibujada en la cara y con una sensación de que acababa de ver una de esas películas redondas, que tanto escasean, a las que no se les puede poner ningún pero. Bueno, quizá el papel de Naomi Watts otra lo hubiera explotado mejor pero da igual. Con todo lo demás, eso da igual.
Creo que la verdadera maravilla de Birdman es todo lo que cuenta y cómo lo cuenta. Para empezar, es la historia de un actor que en los noventa saltó a la fama por interpretar a un superhéroe (recordemos que el propio Michael Keaton fue el primer Batman de nuestra era bajo la dirección de Tim Burton) que intenta que le tomen en serio adaptando De qué hablamos cuando hablamos de amor de Raymond Carver para Brodway. Obra, que él mismo dirige y protagoniza. Pero este argumento no es más que un telón de fondo (nunca mejor dicho) para hablar de temas tan gordos como el cine, la fama, el camino que cada uno hace en la vida, y si me apuráis, el papel que tienen las redes sociales y las nuevas tecnologías en la vida que hoy en día vivimos. Todo esto, saltando de un personaje a otro a ritmo de jazz, en un plano secuencia falso (esto lo he leído por ahí porque yo no sabría cómo llamarlo) que hace que vivas la película como si fueras parte de ella, con un dinamismo muy poco usual.
Ayer me decían en Twitter que Boyero había dicho que Iñárritu no emociona como con Amores Perros. Yo soy muy fan de Boyero pero esta vez no estoy de acuerdo. O quizá sí, porque no es que emocione como con Amores Perros, es que emociona diferente. Amores Perros (y sus intentos de repetición 21 gramos y Babel) y Birdman son cines casi opuestos y justo por eso mismo, por su trayectoria, me parece aún más admirable que Iñárritu haya sido capaz de hilar y tejer una película así. En el post de los Globos de Oro puse que me parecía justo que Linklater se lo hubiera llevado por su innovación cinematográfica en Boyhood, pero ahora, después de haber visto lo de ayer, me parece muy injusto que no se lo dieran a Iñárritu. Como me decía @Ugolyok en Twitter, "Con Boyhood me quedé dormido a la mitad, con Birdman me costó conciliar el sueño". Porque en el cine, además de innovar, hay que entretener, sino, la función no está completa.
Como ya he dicho al principio, lo único que no llega a excepcional en la película es el papel de Naomi Watts, porque igual otra actriz con una bis cómica más trabajada lo hubiera bordado mejor (me viene a la mente Amy Adams, por ejemplo). Pero estoy hablando de unos niveles estratosféricos que Naomi quizá ve empañados por el papelón de Michael Keaton y sobre todo, ese tandem inesperado que crean Edward Norton y Emma Stone. Norton vuelve en su mejor versión, no se sabe si haciendo un papel o interpretándose a sí mismo, pero vuelve, que es lo importante, y de qué manera. Lo de Emma Stone ya se está volviendo tan habitual, eso de que se coma ella sola la película (y la alfombra roja), que ya no sé ni qué contar. Esta vez, le toca ser la hija post-adolescente rehabilitada de la super-estrella en decadencia de Hollywood y otra vez más, consigue que la adoremos y la envidiemos a partes iguales por el talento que destila. Entre todos, hacen que las apariciones de Zach Galifianakis pasen al plano anecdótico y eso que está soberbio también.
Así que hagamos recuento: Película, director, guión adaptado, actor protagonista, actriz secundaria y actor secundario, y hasta diría que la menos merecida sería la de Keaton. Las de los planos técnicos los dejamos para otros por repartir un poco, aunque ojo con el de mejor sonido.
Pues nada, que no sé quién me ha llamado a meterme a crítica de cine ahora, pero esto lo tenía que contar.
¡Besos!
P.D.: Si vais a ver la película fijaros qué pendientes tan bonitos lleva la ex-mujer de Keaton la noche del estreno.
lunes, 12 de enero de 2015
Mis Globos de Oro
No necesito ninguna foto más para enseñar lo que me gustó de los Globos de Oro de ayer: la maestra y sus mejores alumnas.
Esto del estilo es algo complicado de explicar. No sé si se tiene o no se tiene, si se aprende con el tiempo o si es suficiente con tener una buena estilista. No tiene que ser tan fácil para que pocas más que estas tres triunfaran ayer a la noche paseando por la alfombra roja. Visto lo visto, diría que el estilo tiene que ver con no conformarse con un vestido rándom, con atreverse a llevar algo que sabes que otra luciría peor que tú y con no tener miedo a destacar sin llamar la atención. Y lo suyo tiene hacerlo alfombra roja tras alfombra roja. Yo creo que ayer la Mirren se aguantaba la risa cuando veía llegar a las jovenzuelas con sus mejores galas.
Respecto a los premios, pues poco que decir. Que a mí Boyhood no me pareció para tanto, que en cambio El Gran Hotel Budapest me pareció maravillosa y que Cómo entrenar a tu dragón 2 es mucho mejor que casi todas las nominadas a no animación. Que el premio a Linklater lo veo más lógico por atreverse a contar historias como nadie lo había hecho hasta ahora. Que Eddie Redmayne me encanta pero que estoy algo aburrida con tanto premio por personaje histórico y que muero de ganas por que a Julianne Moore crear un personaje enfermo de alzheimer. Que el miércoles intentaré ir al cine para ver Birdman y que Big Eyes me sigue dando pereza a pesar del premio a Amy Adams (y a pesar de Christoph Waltz). Que habrá que ver si The Affair es para tanto y que a mí me cuesta diferenciar Ruth Wilson de Michelle Monaghan (y eso que Ruth es mi Jane Eyre favorita). Que puede que Fargo sea mejor serie que True Detective pero que es una de las mayores injusticias de la historia que un personaje como Rustin Cohle pase a la historia sin un premio de los gordos. Porque Rust no volverá y Rust es de lo mejorcito de todo el 2014.
Y en protesta personal por el no-premio a Matthew, voy a ver True Detective otra vez y voy a leer Galveston de Nic Pizzolatto antes de ver Fargo.
¡Besos!
Editado después de haber visto Birdman: Ya no me parece tan bien el Globo de Oro a Linklater, Iñárritu se lo merece mucho más. Y Emma Stone de secundaria está que se sale también, se lo daba todo a ella. De mayor quiero ser ella.
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